martes, noviembre 14, 2006

ARGENTINA - DOS MOCHILEROS EN BUENOS AIRES

El primer problema de llegar a una ciudad como Buenos Aires es ubicarse. La ciudad es francamente un entresijo de calles y avenidas en donde es fácil extraviarse y terminar caminando en dirección contraria. La brújula viajera nos saco de varios apuros.

El otro problema es el transporte. En una ciudad moderna los medios de transporte funcionan. No hay más que decir. Los turistas de ciudades más desordenadas respecto al transporte (como Lima, por ejemplo) no pueden utilizar los buses y trenes sin preguntarse como es que funciona el sistema. El metro ya de por si es toda una novedad. Aunque muchas estaciones ya parecen no soportar el tráfico de gente (aunque en México DF hay mucha más gente que en Buenos Aires, me parece que las vías peatonales del metro son más libres a menos que uno vaya a la hora pico donde puede terminar en un tren arrastrado por la gente).

El otro problema es comer (como en cualquier lado creo) aunque los porteños se las han arreglado para ofrecer opciones de comida barata. El “tenedor libre”: pagas un precio fijo y comes lo que puedas. Llegamos sin querer a un tenedor libre de unos chinos en el que comimos hasta hartarnos por 10 pesos. El mozo era todo un caso porque hablaba entre chino y español con dejo porteño: parecía una radio AM con problemas de sintonía. Y para colmo gritaba para hacerse entender (¿porqué los cocineros chinos hablan gritando fuera de la cocina también?).

Al día siguiente tuvimos el mismo problema de las provisiones alimenticias así que terminamos en el mismo tenedor libre con el mismo chino y con la misma comida. Esta vez agarramos buena carne (gracias al maestro barrillero, un moreno con pinta de cubano que hablaba como porteño pero “aprendido a golpes por la vida”).

Pero el tercer día preferimos morir de hambre antes que volver al tenedor ese…

Llegar a Buenos Aires y no disfrutar de la vida cultural es un crimen. Buenos Aires en creo la capital cultural de América del Sur. Sus librerías, monumentos y teatros… quien viene de un país en donde menos del 20% de la población lee un libro por año (y creo que estoy siendo optimista) impresiona ver un gran porcentaje de gente leyendo en sus ratos libres en bancas, parques, en el bus, en los cafés… desde libros hasta revistas. Nos decidimos por ir al Teatro Gran Rex el sábado a ver un espectáculo llamado
Mayumana, un derroche de ritmo y percusión acompañado con un fino humor. A mi me gusto mucho (Jesusinho… no es por darte la contra pero para la próxima vemos a Los Nocheros…). Recomendado…

A mi me sucedió algo gracioso esos días. Terminé comunicándome con un amigo mío por Messenger a quien no veo con frecuencia y resultó que al día siguiente estaría en Buenos Aires. Así que le dimos el encuentro (que pequeño es el mundo) y partimos para comer algo y tomarnos unas cervezas. Lección uno: en el centro de Buenos Aires no es fácil encontrar un bar. Al final Jesusinho volvió a San Martín para encontrarse con un primo suyo y yo me quedé con mi amigo con quién partimos a Recoleta donde si pudimos una buena barra.

Luego, retorné a San Martín para llegar a una discoteca donde estaba Jesusinho con su primo y todo un grupo de amigos. No recuerdo como se llamaba el sitio este pero era el infierno en la tierra: donde entraban 60 personas había 180 más o menos e ingresar era más fácil que salir. Encontrar al Jesusinho fue más difícil que limpiarse la nariz con guantes de box y una vez que lo ví, llegar hasta la mesa que ocupaba el grupo requería machucarse contra 40 individuos que jamás le iban a dar el pase a uno.

Es así como uno termina manoseado en las discotecas…

Parece que se les ha olvidado la terrible lección de
Cromañón, la segunda tragedia no natural del año nuevo del 2004, donde perdieron la vida 194 muchachos asfixiados en una discoteca en llamas repleta de gente.

Al final, llegue casi sin botones a la mesa. Una combinación de rock, reggaeton y cumbia llenaba el ambiente, junto con tres chicas que bailaban a nuestro lado ocupando cada vez más espacio (presionadas por otro grupo en crecimiento al otro lado) hasta que terminamos reducidos a una sola mesa (originalmente eran dos). Los chicos toman unos tragos bastante ligeros y bajos en alcohol y hacen más escándalo que lo que realmente parecen ser capaces de hacer. Esa fue mi percepción. El problema es el ruido. Creo que el próximo problema global del mundo occidental va a ser la sordera: ¡que manera de subirle al volumen! Al salir del sitio este entramos al auto del primo-Jesusinho y este pone contacto y 700Watts de energía musical sin límites llegan a mi cerebro así sin anestesia.

De haberlo sabido me hubiera ido caminando (la casa estaba a 10 cuadras). Prefiero llegar con los pies reventados que con el tímpano hecho mazamorra.

Francamente (comentarios aparte) yo no entiendo ciertas conductas de la gente joven. El tipo le gritaba en el carro a Jesusinho (quien estaba a su lado) para hablarle y cuando Jesusinho le respondía bajaba casi todo el volumen y preguntaba “¿qué?” para escuchar la respuesta, subir inmediatamente después el volumen y continuar con la conversación y el mismo ciclo (grito, respuesta inaudible, “¿qué?” y luego que se quede sordo el que está atrás con las orejas en el parlante).

Demás está decir que al llegar el locón salió del carro como una exhalación…

Lo bueno es que dos días antes habíamos pasado por la agencia del Buquebus y ya teníamos los pasajes listos para partir al día siguiente hacia Uruguay y retomar camino hacía Brasil.

miércoles, noviembre 08, 2006

ARGENTINA - A BUENOS AIRES NO SE LLEGA A DESCANSAR


Para llegar a Buenos Aires primero tuvimos que soportar un giro final del destino. Saldríamos a Arequipa muy temprano (después de unas empanaditas salteñeras en la cafetería del aeropuerto) para llegar al aeropuerto de Lima a las 6.30 y abordar el vuelo hacia Buenos Aires a las 7.45 lo que nos dejaba muy poco tiempo para llegar a registrarnos y poder tomar el avión. Si perdíamos la ida perderíamos la vuelta por el tipo de ticket que teníamos.

El plan era que las maletas salieran pronto del avión para correr al counter a registrarnos para el siguiente vuelo. Allí fue donde empezó el problema. Así que Jesusinho tuvo que correr hacia el counter mientras el Locón esperaba a que salieran los 28 kilos de mochilas. Cargué los bultos al carrito y llegue a encontrar a Jesusinho ya haciendo todos los trámites. Pasamos las cosas hacia la bodega para informarnos que seríamos los últimos a abordar.

Era como para ponerse a llorar de la emoción…

Luego de un vuelo tranquilo llegamos a Ezeiza, el aeropuerto internacional de Buenos Aires. Allí nos esperaba la familia de Jesusinho que nos recibió con los brazos abiertos. Luego de la inevitable emoción del recuentro madre-hijo, nos dirigimos a su casa, en el partido de San Martín, lejos del centro. Allí nos instalamos en una habitación tan acogedora que al toque el locon se quedó dormido hasta media tarde. Ese día realmente fue de puro descanso después de todas las peripecias pasadas en Bolivia.

En la noche salimos a caminar por las calles de San Martín con Doña Lourdes (la mamá del Jesusiño) y el Toby (el hijo-canino de la casa) cerrando un día de franco relajo. Todo tranquilidad, todo paz, todo calma.

Al día siguiente la cosa cambiaría con una visita al Microcentro. Luego de tomar el bus hasta el Terminal de Tren de San Martín para hacer conexión con la línea Mitre hasta Retiro, aterrizamos en la ciudad que parece que nunca duerme. Uno que llega de Bolivia en donde las cosas suceden lenta y pausadamente y termina en una ciudad en donde si uno no avanza lo hacen avanzar. Gente de aquí para allá, negocios abiertos por todos lados, revistas en todas las esquinas. Aquí francamente hay de todo.

La avenida Corrientes hay que recorrerla de cabo a rabo para tener una idea del estilo de vida del porteño. Es la calle cultural, donde se respira movimiento, donde la gente anda y vuelve a andar. Desde donde se puede observar el Obelisco que conmemora cuatro hechos históricos (con inscripciones en cada uno de sus lados) porteños: la primera fundación de 1536, la segunda y definitiva de 1580, la primera vez que se izó la bandera nacional (en la iglesia de San Nicolás, justo donde ahora esta el obelisco) y la constitución de Buenos Aires como capital argentina en 1880.

Para quien no lo sepa: a Buenos Aires la fundaron dos veces. La primera por Pedro de Mendoza que llegó con un tropel de gente, u nuevo nombre (Nuestra Señora del Buen Ayre) y se encontró con la resistencia de los indios locales que fue suficiente como para echar la empresa por tierra al punto que los colonos empezaron a comerse entre sí para evitar el hambre. Luego, Juan de Garay lo volvería a intentar con una estrategia diferente y refundo la ciudad con un nombre más largo aún: Ciudad de La Trinidad y Puerto de Santa Maria del Buen Ayre.

Hay tantas cosas por ver en Buenos Aires que se podría hacer este blog francamente más largo de lo que ya es. No. Sólo me limitaré a notar cosas que me sorprendieron:

- El obelisco, tremenda construcción que para sacar la foto de ley hay que alejarse lo suficiente y tirarse al suelo para que salga completa.
- La calle Florida, mismo Jirón de la Unión (para quien conozca Lima), una “peatonal” (como le llaman allá a las calles donde sólo circula la gente) netamente comercial donde el Locón fue muy feliz a percatarse que cada 35 pasos se puede encontrar una enorme librería. Inicia en otra calle llamada Perú.
- La Plaza de Mayo, lugar de interés especial histórico donde se puede encontrar la Casa Rosada (que me la imaginaba más grande e imponente de lo que es) y la Catedral (donde está la tumba del General Don José de San Martín, punto de visita obligado para presentarle los respetos al libertador).
- Caminito, obligada visita turística aunque francamente demasiado “turística” por decirlo de alguna manera. Pero si uno vuelve de Bs. Aires sin una foto en Caminito lo más probable es que le digan a uno “¡Qué! ¡No has ido a Caminito! Gueyyy.. Boludo que has hecho en Argentina cheee…”.
- El Tigre, un paseo por el delta del Paraná y disfrutar el “buen ayre”. Para llegar hay que tomar el Tren de la Costa y no como nosotros que nos fuimos en Bus y llegamos cuando ya todo estaba cerrando.

Para caminar por Bs. Aires se requiere de un buen mapa. En Galerías Pacífico (en Florida hay una entrada al Mall) hay información turística y se puede pedir una guía de calles gratis muy útil (además que visitar el centro comercial es básico aunque sea sólo para ver el fresco del techo), sin embargo un bueno libro que también es un buen recuerdo de viaje es La Guía Tridimensional de Buenos Aires de Daniel Santoro. Andaba media escasa en las librerías pero para la segunda vez que estuve por la ciudad la encontré en todas las librerías. La Guía de Buenos Aires de Editorial Océano es más baratita y práctica para andar libremente también. Recomendada.

El día se nos acabó más rápido de lo esperado así que tuvimos que volver a San Martín a cenar con las dos Quilmes de ley, refresco de Pomelo y empanaditas (¡otra vez empanadas!).

Dejemos la narración allí para dejar para la próxima algunos detalles de los días recorriendo el centro de Bs. Aires.