martes, abril 03, 2007

Y AHORA QUE? NADA PUES...

Pues ya no hay más que contar. Sin prepuesto, sin tiempo y sin pies para caminar, las cosas tenían que terminar.

Al final, las cosas no salieron exactamente como hubiéramos querido. Pero igual fue una magnífica experiencia. Algunas cosas que podría rescatar:

- Debimos conocer muchos más lugares en Bolivia. Es un país interesante y lleno de aventura y gente amable. Menos Arequipa y más puna boliviana.
- Para ir a Buenos Aires hay que informarse bien sobre la vida cultural. Se puede disfrutar a muy buenos precio espectáculos de calidad.
- Si alguien va a Uruguay hay que ir con hambre porque se come mucha carne a buen precio y mucha, mucha, mucha carne. Pasar una noche en Montevideo fue algo de debimos hacer.
- Para ir a Brasil es necesario conocer algo de portugués. Si una es mujer y bonita no creo que haya mayor problema porque hasta el brasilero más analfabeto se pone a balbucear palabras… pero si eres un muchacho locutor de radio entonces tienes que hablar bonito para comprar un periódico nomás (si quieres más entonces vas a tener que hacer grandes esfuerzos).
- Nunca ir a casa de familiares a hospedarse a no ser por razones de escaso y grave crisis de presupuesto o familiares muy cercanos. Nunca se sabe lo que puede resultar (léase Arequipa).

Viajar es un eterno retorno y por eso es un proyecto que nunca acaba. Porque el viajero que ha vivido su viaje con intensidad, al volver, encuentra que todo ha cambiado. Ya no hay donde retornar. Todo es diferente. Uno es diferente.

“A quienes me preguntan la razón de mis viajes les contesto que sé bien de que huyo pero ignoro lo que busco”, respondió en alguna oportunidad Michel de Montaigne a algún curioso bobalicón. Nosotros salimos huyendo de la vida ordenada y responsable y terminamos encontrando lugares y gente tan parecidos y diferentes a nosotros mismos que de repente la vida anterior se desdibuja y se transforma es un esfuerzo propio de la modernidad. Aire, agua, amistad y camino libre y desconocido es lo que a veces se necesita para recuperar la brújula.

Viaje y siéntase nuevamente vivo. Su alma rebelde se lo agradecerá…

jueves, febrero 15, 2007

LA VUELTA A MONTEVIDEO EN 90 MINUTOS

Llegamos al Terminal de buses Tres Cruces en Montevideo, bien temprano, sin planes hasta las 3 de la tarde cuando saldría el bus para Colonia para luego abordar el Buquebus lento hasta Buenos Aires. De vuelta al español nos sentimos más confiados así que decidimos buscar que hacer en las próximas 8 horas libres.

Conseguimos un city tour que duraría cinco horas, lo que nos pareció adecuado y a un buen precio (el valor de la moneda no convenía al cambio y bastante).
Montevideo es una ciudad muy bonita y la capital más joven de Latinoamérica. La historia y la modernidad se confunden en las calles y en términos generales es una ciudad tranquila y sin contratiempos. Yo me fui con la impresión de que la vida pasa bastante tranquila comparada con las otras capitales que habíamos visitado.

El tour lo realizamos es un pequeño bus junto con otros visitantes que se nos unieron en el camino. El guía era un tipo bonachón que no sólo resultó informativo sino también agradable. Llegamos un día sábado por lo que la ciudad parecía animada. Nos advirtieron que si uno llega domingo a Montevideo lo mejor que se puede hacer es que darse viendo la televisión porque no hay nadie en la calle. Que ciudad para más rara…

El tour incluye un conjunto de edificios históricos interesantes. Entre la Plaza Constitución (donde se encuentra la Catedral) hasta el Palacio Legislativo, pasando por el Estadio Centenario, La Plaza Independencia con el monumento a Artigas y su Mausoleo, el tiempo se pasa volando.




Acá todos profesan un profundo amor por
José Gervasio Artigas (a quién llaman luego de tomar aire y ponerse orgullosos “nuestro héroe nacional”). Artigas se peleó con todo el mundo: españoles, portugueses, brasileros, argentinos… todo por sus ideales libertarios, demócratas y americanistas, llevando a Uruguay a su independencia. Lo curioso del asunto es que el objetivo de Artigas no era exactamente ese, sino la creación de La Provincias Unidas del Río de La Plata, un amasijo de provincias en donde Uruguay sería la Provincia Oriental (por eso no es raro escuchar a un uruguayo denominarse a si mismo como “oriental” cuando tiene muy poco de chino).

Al final, Artigas es vencido en la Batalla de Tacuarembó en donde el imperio brasilero anexa lo que hoy es Uruguay al Rio Grande do Sul (sí, allí, en Porto Alegre). La posta la toma el general Lavalleja quien logró expulsar a los brasileros y unos años más tarde se lograría la independencia de Uruguay.

Es una historia gloriosa… aunque no todo es color de rosa en la historiografía uruguaya. Parte del tour incluye la visita del monumento de bronce de Senaqué, Tacuabé, Vaimaca Pirú y Guyunusa, los últimos indios
charrúas. Con Artigas exiliado y Lavalleja como héroe de la independencia, la presidencia recayó sobre Fructuoso Rivera quién, lejos de lo que puede sugerir su nombre, no era un tipo muy dulce. Hombre de mirada estrecha, se dedicó, luego de dejar el mando del gobierno a “doctores” sin poder político, a jugar al vaquero libertario junto a su sobrino Bernabé y se enfocó en el exterminio de los indios charrúas (grupo originario y beligerante que no se amoldaba a las ideas de civilidad de un país que quería convertirse en “La Suiza de América”) llevándolos a la aniquilación casi total en la matanza de Salsipuedes, donde fueron llevados con engaños y asesinados a sangre fría. Los últimos cuatro fueron vendidos y llevados a París donde fueron exhibidos como atracción turística.

Bernabé Rivera esta sepultado como héroe en el Cementerio Nacional… cosas de la historia.

Un paseo por la rambla (la línea costera), y de vuelta hasta el Mercado del Puerto donde se puede comer hasta reventar. Como aperitivo un “medio-medio”, una mezcla de vino tinto y blanco locales. Nos decidimos por una super parrilla y no por un
chivito, una especie de santuchazo local en donde la res es el rey y es que en este país nadie se muere de hambre: la estadística local indica que hay 8 vacas por habitante…

Parrilla, vino, la conversa… y de allí la hora es la hora. Fuímos a la estación de taxi y allí nos percatamos de varias cosas: era la hora de cambio de turno, estábamos bastante lejos de Tres Cruces y que teníamos a cinco personas haciendo cola a la espera de los taxís que saldrían en quince minutos.

En quince minutos también salía el bus a Colonia…

Detuvimos un bus, subimos al bus, bajamos del bus, detuvimos un taxi, subimos al taxi y lo hicimos perseguir al bus de Colonia. Llamamos por teléfono a Buquebus para que detuviera el bus y lo pudiéramos abordar a medio camino pero nos advirtieron que por robos anteriormente ocurridos en el camino el bus no pararía no aunque el Papa lo pidiera. El conductor (un argentino que era un vacilón…) nos llevó a Tres Cruces de vuelta para lamentarnos de nuestra destino.

Es que la parrilla estaba muy rica…

Al final la suerte se nos estaba acabando. Lo que sucede es que el Uruguay todos son muy puntuales. Mmmmm… Logramos cambiar nuestro pasaje (previo pago adicional) por el buquebus rápido directo a Buenos Aires pero este saldría del puerto en dos horas y media. Sin ningún peso uruguayo en los bolsillos hicimos la larga caminata hasta la estación de buquebus en el puerto.

Jamás en toda mi vida (y en la de Jesusiño peor creo) había caminado tanto con una mochila a la espalda. Recorrimos Montevideo de un extremo a otro en 90 minutos hasta llegar a la costa, con los pies hechos polvo, la espalda quebrada y dinero suficiente para pagar el impuesto de salida y una CocaCola (que la pagamos con 35 monedas que teníamos en los bolsillos).

¡El Buquebus rápido hace un super ruido! Toda la embarcación tiembla y se remece durante hora y media… parece el viaje del infierno. Mientras Jesusiño se entretenía con sus benditos Sudokus, este corresponsal intentó leer el periódico y constató que en Uruguay la vida no tiene muchos altibajos (¡hasta la gasolina bajó en Uruguay!). De hecho… ¿alguien sabe quién es el presidente de Uruguay? Nadie lo conoce a Tabaré Vásquez, quién vive en su casa y no en el Palacio de Gobierno en un barrio residencial (parte del city-tour, aunque no se permiten tomar fotos).

Llegamos a Buenos Aires, quién nos recibió con una lluvia que anunciaba la pronta llegada de la primavera. No había más que hacer que descansar
.

martes, febrero 13, 2007

PORTO ALEGRE - OCIO TOTAL

Ese día nos levantamos tarde sin saber que hacer. Teníamos pendiente una visita al Jardín Botánico.

Luego de las señas correspondientes con el tipo de la recepción del hotel para que guardara las mochilas en algún lugar (luego de nuestro limitado portugués la comunicación se había reducido a leguaje de sordomudo) tomamos un taxi (con las complicaciones lingüísticas del caso) hasta el Jardín Botánico.




Dos mil ejemplares de 725 especies vegetales distribuidos en 43 hectáreas de naturaleza sin límites. Luego de caminar hectárea y media nos dimos cuenta que no era ciertamente lo que estábamos esperando. ¡El museo de ciencias naturales tiene un recorrido de apenas media hora! Luego de pasar por unos puentes y lagos terminamos afuera en tiempo record y toda una mañana por delante.

Caminamos a un enorme centro comercial donde nos animamos a comer en unos de estos modernos patios de comidas donde tuvimos otro tropezón con el idioma. Primero: el objetivo era comer poco para disfrutar de una churrasquería nocturna. De los múltiples restaurantes de comida rápida escogimos uno que ofrecía feijoada. La escena era como la que se ve en los programas cómicos: venía una chica a atendernos y al darse cuenta que nunca nos iba a entender llamó a otra que llamó a otra y así sucesivamente hasta que llego una morena con una paciencia francamente inmensa. Interpretó nuestros símbolos y gestos (jugar con ella “charada” o esos juegos en donde se adivinan frases con los gestos que hace el compañero es ir a ganador) y nos orientó sobre lo que podríamos comer. Luego, el Jesusinho, en un arranque que aún no logro entender pidió “postre”.

Esta vez si ni nuestro ángel lingüístico no pudo entender. Entramos en otra discusión mímica (¿como le indicas a alguien “eso que se come después de comer”?) que terminó 10 minutos más tarde. Todo para no pedir ni gelatina.

El resultado es que el objetivo de comer poco se fue por lo suelos. Bien llenos y a punto de explotar salimos a caminar un poco hasta poder recuperar la salud perdida. Taxi hasta la bodega donde vendían la sopa de Cappelletti (no me iba a ir sin probar esa cosa tan rica nuevamente…) y de vuelta por el camino hasta el centro. Esta vez nos detuvimos en el Parque Redención (o Parque Farroupilha) que tiene un pequeño zoológico, un mercado y un solario (con una línea de cobre empotrada en el suelo que marca el paso del solsticio al equinoccio por el recorrido del sol) y el Parque Moinhos de Vento donde se puede ver a las muchachas correr en apretadas mallas (hay muchachos haciendo atletismo también… pero la verdad es que no nos dimos cuenta).

Nuestro recorrido de ocio continúo por el mercado donde aprendimos nombres y palabras en portugués. Compramos “CE-DEs” de música y llegamos a una esquina donde se hacía cola para poder conseguír un milho com queijo. Prometía: una mazorca (o choclo como decimos los peruanos) de grano fino con queso derretido. Es algo que se consigue en la calle y la gente lo compra para ir comiéndolo en el camino.

Debo de decir, en honor a la verdad, que es horrible….

Primero que el grano de maíz es de tamaño ridículo (en Perú los granos de maíz sin que son los mais grandes do mundo), no llegan ni al medio centímetros de diámetro y comerlos es realmente enterrarse en la mazorca, para terminar envuelto en queso salado hasta la saturación. Horrible…

Segundo que uno termina lleno de queso por todo lado. Es una verdadera desgracia…

Si van a Porto Alegre sigan mi consejo: tomen sopa y no coman queso.

Así se acabó el día y el tiempo en Porto Alegre. Ya no había tiempo para más que abordar el bus que nos llevaría de vuelta a Montevideo.

Ah… y nunca probamos el churrasco… ¿quién podía comer algo después de tanta feijoada?

PORTO ALEGRE – ONDE FICA GRAMADO-CANELA?

Esa noche decidimos conocer más allá de la ciudad. Y revisando las múltiples catálogos que recogimos en el camino decidimos que podríamos conocer la microregion de Gramado-Canela. El problema es que toda la información y reservas se hacen por teléfono… ¿y quién va a ser el valiente que se atreva a hablar en portugués por teléfono? A caminar nomás…

Al día siguiente recorrimos la ciudad nuevamente en busca de una oficina de turismo que ofreciera esta excursión. El estado de Río Grande do Sul posee enormes extensiones de naturaleza indómita. Gramado y Canela son dos lugares que se publicitan como lugares de ensueño dentro del estado Gaucho (con la acentuación en la “u”… GaUcho). Hablando de gauchos… estos se parecen a los argentinos en lo del mate, sólo que su matera es la mais grande do mundo pues son enormes comparadas con las de sus vecinos del Río de La Plata y no consumen mate sino chimarrao (es lo mismo solo que con otro nombre). La indumentaria tradicional también es parecida a la del gaucho argentino, los instrumentos folklóricos… hay una extraña continuidad que se percibe en las costumbres locales. No sé si se podrá extender también, pero entre la parrilla argentina y la churrascaria brasilera no hay muchas diferencias.

Llegamos a una oficina de turismo donde conocimos a una señora que hablaba español. ¡Por fin! Allí nos dieron una idea mucho más clara de donde podíamos conseguir el tour. Visitamos algunas agencias y poco a poco (donde había puertas abiertas) llegamos a una donde nos atendieron y pudimos conversar con una muchacha (ella hablaba portuñol y nosotros español) hasta que nos entendimos. Nos reservó dos plazas sin confirmar y prometimos llamarla por teléfono más tarde para confirmar el viaje.

De vuelta a comer, a Internet y al hotel a descansar un poco los pies. Mientras tanto la historia sigue: argentinos y brasileros llegaron a tener un pleito por la posesión de lo que hoy es Uruguay (donde los rioplatenses los hicieron correr a los portoalegrenses) por lo que la frontera de Rio Grande se militarizó, en parte gracias a los esfuerzos de un general llamado
Benito Goncalves da Silva. Pocos años después y luego de cambiar siete veces de nombre Porto Alegre pasó a llamarse Leal e Valorosa Cidade de Porto Alegre, como es que se llama en la actualidad (Porto Alegre a secas para los amigos). Eso por la calle en la que nos encontrabamos…

La hora es la hora. Jesusinho, haciendo alarde de su nombre, se animo a falar en portugués por teléfono en una conversación que puede registrarse entre las más enredadas que uno puede tener en su vida y nos confirmaron que había excursión. Corrimos al lugar con la hora encima (para variar siempre tarde) y al llegar al sitio, cinco minutos antes, cancelaron la reserva porque nunca nos contactamos).

El teléfono al que llamó Jesusinho era el de una de las oficinas de turismo que habíamos visitado anteriormente y no de la última.

Algo nos tenía que salir mal después de todo…

Sin ánimos ni ganas retornamos a nuestro hotel y nos animamos a salir de noche. Si no hay viaje por lo menos habrá paseo nocturno. Aconsejados por blogs de otros viajeros decidimos que iríamos a conocer el
DaDo Bier, a un bar-restaurante-discoteca con música en vivo en donde nos informaron que la gente va a conocer otra gente.

Primer problema: conseguir un taxi. Caminamos hasta llegar a uno (se toman libremente en la calle) y esperan a que nos lleve por buen camino (en el hotel nos advirtieron que tuviéramos cuidado en la calle). Era increíble la velocidad a la que avanzaba el taxímetro en comparación (allí nos enteramos que el precio es 1.5 más alto por las noches), junto con la cantidad de vueltas que daba en auto ese hasta llegar al lugar, una especie de centro comercial enorme. Pagamos lo que nos resultó ser el taxi mais caro do mundo (no sé cuanto resultó pero fue muy caro) y entramos.

El sitio es recomendable aunque lo que está bastante claro a estas alturas es que si no sabes portugués nunca vas a conocer a nadie. Tomamos cerveza en ingentes cantidades, hablamos de eso que hablan los amigos con tragos encima y dos semanas y media de recorrido por detrás y nos detuvimos a pensar todo lo que habíamos recorrido. Definitivamente la vida es mejor cuando se comparte.

Y también es mejor cuando se vive sin taxistas raterazos. Horas más tarde tomamos el taxi de vuelta que nos costo notoriamente más barato, hizo un viaje en menor tiempo y sin tantas vueltas. Lo gracioso fue que en un principio ninguno de los dos recordaba el nombre de la calle donde quedaba el hotel. “A rue Farropas… farropilas… farrapos…”. “Ah –dijo el taxista- Farroupilha”. “Eh… será pues, ¿no?”.

Lo de “Valerosa Ciudad de Porto Alegre” se lo ganó por mantenerse fiel al imperio brasilero en la Revolucao Farroupilha, en donde el estado de Rio Grande do Sul se separó (los farrapos separatistas) y se constituyó en una república independiente con da Silva como presidente, república que terminó el 28 de febrero de 1845, diez años más tarde (130 años antes que este hacendoso cronista viera la luz).

La Rue Farroupilha resultó ser una calle de las más bravas… entre mendigos, maleantes y cinco prostitutas por metro cuadrado de esquina, resultó que estábamos hospedados en un hotel en una de las calles más peligrosas de Porto Alegre (aunque a unas cuadras lejos del peligro, afortunadamente). Nos animamos a caminar un poco bajo nuestro propio riesgo (sin billeteras, documentos ni nada en los bolsillos) para descubrir que Porto Alegre es una ciudad que puede tener una vida callejera gótica.

Aun teníamos un día más antes de volver para Uruguay para el que no teníamos planes…

ALGUEM FALA O ESPANHOL NESTE LUGAR?

El camino a Porto Alegre estuvo bastante tranquilo, aunque el corresponsal de esta crónica no pudo dormir cómodamente en el bus (y cuando se logró recostar en un asiento vacío resultó ser el asiento del chofer de reemplazo que lo arrojó de su cama en medio segundo). Esto me trae a la memoria algunos detalles de los viajes en bus y el entretenimiento asociado...

No tuvimos suerte con las películas que pasan en los buses. Desde la película que pasaron en el bus de Arequipa a Puno (Piratas en el Caribe 2, recién estrenada en el cine hacía dos semanas, en una burda copia pirata doblada a un español castizo horrible y 300 watts de audio como para volver sordo al mismo diablo) hasta una de acción light que vimos en este viaje que estuvo entre la mejor de todas. Para esto ya habíamos visto una de ultra violencia (la gente ya estaba harta de tanta violencia gratuita entre La Paz y Oruro) con Van Damm en una cárcel infernal y una fanfarria militarista mesianica norteamericana con el nombre de Fuerza Delta 18, creo...).

Lo malo es que la única película que esta vez sí prometía estaba en portugués... y aquí es donde empezaron nuestros problemas.

Brasil, con sus 8 millones y medio de kilómetros cuadrados, es el quinto país mais grande do mundo, con una población (es también el quinto país más poblado) repartida a los largo de 26 estados y un Distrito Federal. Rio Grande do Sul es el estado más austral del país y su capital, Porto Alegre, resulta el centro industrial del país.

Para terminar con los quintos, el portugués es la quinta lengua materna más hablada en el mundo (en gran parte por la culpa de los millones de brasileros pues se habla tan sólo en 8 países) y la quinta economía más grande del mundo.

En pocas palabras… ir a Brasil es conocer una cultura distinta de todo lo que asociamos con lo latinoamericano.

Empezando con el idioma. Quien diga que el portugués es fácil y que se entiende sin problemas y cosas como esas francamente no tiene ni la más mínima idea de lo que habla. En las ciudades, el portugués coloquial es casi inentendible para quién sólo sabe decir Obrigado (es decir, nosotros).

Llegamos bien temprano a la estación de buses Rodoviaria cerca del mercado y del muelle de la laguna (en donde se pueden ver una hilera de enormes grúas que al parecer están de adorno porque nunca las vimos funcionar). Al salir del Terminal el periódico de ley (donde voy siempre consigo un diario… resulta muy útil) y el cambio de moneda.

Primer problema:

- ¿Cuánto está el cambio?
- Dois com dezoito
- Aaaahhhh… (así en texto se entiende pero…)
- Dois com dezoito… quanto você tem?
- Eeeehhhh...
- Dê-me seu dinheiro e eu dou seu nosso dinheiro, aprovação?
- Mmmmmm... (puso una cara que le tuve que entregar lo que tenía y recibí lo que creo que tenía que recibir).

Segundo problema:

- ¿Cuánto esta una habitación?
- Nós temos o cuarto dobro cinqüenta três, incluímos o cafezinho de amanha.
- Gracias... (media vuelta...).

Ante tamaño problema decidimos caminar directo hasta la Livraría do Globo y comprar la Guía de Ayuda en Portugués para Turistas Desesperados (“Como falar nos portugues e nao començar louco” o algo por así por el estilo). Lo malo fue que sólo encontramos guía para brasileros que quieren hablar español así que lo usábamos al revés.

Ya con el poderoso diccionario en la mano conseguimos hotel (después de caminar 25 cuadras en redondo) y pudimos comer en un tenedor libre (sí, también hay tenedores libres en Porto Alegre como los de Buenos Aires). Brasil es un país caro –por lo menos si uno viene desde Perú- por lo que hay que vigilar los gastos. Al final pedimos como pudimos y comimos viendo como hacían todos los demás para pedir, valiéndonos de señas para comunicarnos con mozos, cajero… un desastre. Pero comimos… y al Jesusinho le gustó mucho la
feijoada, comida típica del Brasil que es casi una actividad social mas que una mera comida (como muchas cosas en la cultura Brasilera).

Saliendo rumbo a conseguir información y a conocer la zona. Pasamos por el mercado (donde cada 10 metros los piratas te lanzaban a viva voz el grito directo a la oreja “¡¡¡CE-DE-DE-VE-DE!!!”) para llegar hasta la Oficina de Turismo donde abordamos un bus para el city-tour de ley.

El City-Tour es bastante pintoresco. Primero que abordamos con una camionada de escolares. Segundo que éramos los únicos que falabamos español. Y tercero que nos subimos al segundo nivel del bus abierto para disfrutar del paisaje. Mentira. Hace un friiiooo allí arriba. Además es un tour de adrenalina pues las calles parecen haber sido hechas para que el bus entre como pie en el zapato y el alambrado de la ciudad pasa por las cabezas a escasos centímetros (hay momentos en los que el guía anuncia a media explicación “baixo sua cabeca” y esta bastante claro que de no hacer el movimiento correcto se le puede empotrar la luz verde del semáforo en el ojo derecho).

Si va, métase al bus. Es más abrigado y más seguro. El riesgo de morir decapitado se reduce considerablemente (con los escolares y sus tijeras nunca se sabe en el fondo…).

Y luego el día se nos pasó caminando (y así fue como llegamos a una bodeguita donde vendía una sopa de Cappelletti buenaza! Y en donde Jesusinho tuvo que hacer malabarismos lingüísticos para pedir una empanada (pobre, extrañaba Bolivia).




La noche terminó con la tanda electoral. Llegamos a Porto Alegre algunos meses antes de las elecciones presidenciales y en determinada hora todas las cadenas de televisión locales transmitían propaganda política (saturada principalmente por Geraldo Alckmin que resultó vencido por Lula da Silva para segundo mandato) hasta el aburrimiento. Jesusinho se quedó dormido. Salí a caminar a la estación de buses a comprar algo para llevar al hotel para comer y así, viendo fútbol y con la calle detenida (cuando hay fútbol en la televisión el brasilero no vive para otra cosa que no sea ver la televisión) se pasó la noche.

lunes, diciembre 04, 2006

URUGUAY - COLONIA DEL SACRAMENTO

Para variar, llegamos a las justas al terminal del Buquebus...

Buquebus es una empresa Argentina-Uruguaya que atraviesa el Mar del Plata con unos ferrys que conectan Bs As con Colonia de Sacramento o Montevideo en Uruguay. Uno puede viajar en el buque lento o en el rápido, donde el primero es más barato y toma unas tres horas en llegar a Colonia. Llegamos con dos toneladas de comida empacada con la mejor de las voluntades por la Doña Lourdes (que incluia sanguchitos, panes, galletas, dos cajas de leche y un cajón de alfajores como para dejar en claro que el alfajor es argentino, lo que no es de extrañar tomando en consideración que las estadísticas muestran que los argentinos consumen 6 millones de alfajores al día).

Digamos que teníamos un cajón con el 0.000001% de la ingesta per cápita de alfajores para siete días.

¡Hasta cucharita teníamos!

Primer problema: un enorme letrero que indica que se decomisará todos los aliementos pues está prohibido ingresar con estos a Uruguay. No sé como hicimos para pasar media tienda de alfajores pero abordamos. Escogimos asientos y a disfrutar del viaje.

El bueque es enorme. Puede llevar 1.200 personas y 150 automóviles. Tiene cafetería, un mini casino, salón de juegos, duty free... dentro de este uno parece estar en un centro comercial. El viaje se pasa rápido y sin querer llegamos a Colonia.

Colonia (así a secas como se le llama) es un sitio histórico. Fundada en 1680 por un grupo de portugueses fue aslatada por los porteños unos meses después para devolversela a los portugueses unos meses más tarde. De posición estratégica, el sitio se convirtió en el puesto favorito de los contrabandistas portugueses y británicos por lo que el Rey de España (Felipe V) le mandó al gobernador de Buenos Aires que le de a Montevideo más fuerza de contención. Al final, la convivencia entre españoles y portugueses estaba bastante lejos de ser feliz y luego de negociaciones y promesas los argentinos toman definitivamente Colonia en 1777.

Las murallas, cañoes, la puerta principal y el faro son lugares en donde el tiempo parece haberse detenido. No es difícil imaginar una ciudad sitiada cuando se la ve desde lo alto del faro.

La ciudad, traquila y solitaria nos pareció formidable. El problema era el tiempo. Sólo teníamos cuatro horas para conocer la ciudad así que nos decidimos por alquilar un scooter para recorrer sus calles. Al 30 dolares el día nos pareció una opción interesante.

Hay muchas casonas convertidas en museos que vale la pena visitar (con un sólo ticket se visitan todos los sitios), todas ubicadas al rededor de la antigua plaza principal de la ciudad. Hay mucha información turística y las atenciones para con los visitantes son de las mejores. En una esquina hay un restaurante con mesas afuera donde se puede descansar y tomar algo para aliviar el calor. Leímos en una revistra pedir un "apple crunch" que es típico de la zona (aunque en Montevideo nos aclararon que es tan típico como un pollo a la braza lo es el Lima) que es un postre de manzana ácida acaramelada con helado. La combinación de sabores es francamente deliciosa.




Así, con mapa en la mano y Jesusinho de pasajero trasero, recorrimos la rambla (la línea costera) a 60kph hasta llegar al Sheraton y vuelta a la ciudad. Recorrer sus calles empedradas y antiguas es muy divertido.

Para redondear la historia, aceleramos y llegamos con el tiempo justo para aboradar el bus que ya teníamos reservado a Montevideo. Estuvimos esperando en el terminal sin preocupaciones hasta que se pasaron algunos minutos sin que nos avisaran si el bus partía o no. Se nos ocurrió preguntar.

"¿El bus? Ya salió hace un rato".

Jesusinho desapareció, se lanzó a la carrera para detener el bus que justo estaba dando la vuelta para pasar por la entrada principal del terminal. Allí salí detrás de él y conseguimos detener el bus para abordarlo "al vuelo". Hasta ahora no sé en que momento partió el bus.

Llegamos a las justas a subir al bus para llegar 5 horas más tarde a Montevideo. Conocimos el terminal, conseguimos pasajes en bus para llegar a Porto Alegre a las 9 de la noche y nos dedicamos a esperar la salida (después de lo anterior ya no estabamos en condiciones de poner en riesgo la salida... que puntuales son los Uruguayos). Resultó que para entrar a Brasil hay que tener vacunación contra la fiebre amarilla, cosa que no teníamos. Al final resultó que por los pocos días que estuvimos en Argentina y los pocos que estaríamos en Brasil logramos solucionar el trámite sin problemas.

Y allí estábamos, subiendo al bus camino a Brasil, con 11 horas de por medio de viaje nocturno y un nuevo país por delante.

ARGENTINA - Y CUANDO NOS VAMOS DE BUENOS AIRES?

Pero aún quedaban cosas por hacer y contar.

Una de las cosas que mas sorprenden de Bs As es la cantidad de "quiscos de diario" que hay en las calles. Cantidades de revistas que se pueden conseguir en todas las esquinas. Hay pequeñas casas que venden revisas y libros viejos que son muy frecuentadas. El locón y Jesusiño compraron cantidades ingentes de material para leer en lo que quedaría del viaje (y que nunca leyeron... cuanta revista vieja). Aún tengo la edición de Rojo y Negro de Stendhal que nunca he leído.

Un destino final que nos quedo fue volver al Tigre pero esta vez temprano y llegamos. Abordamos uno de los ferrys para pasear por el delta del Paraná y ver las casas que adornan este lugar. Realmente es un sitio en donde es un placer vivir. Son casas de ensueño rodeadas de naturaleza. Debe de ser extraño salir por la puerta trasera y saludar al vecino que justo estaba sacando a pasear al perro en la lancha. Mmmm... aquí se puede disfrutar de una pizza con harto tomate y pimiento verde (¿porque la pizza en Argentina es tan diferente?) hecha en casa. Buen punto.

El último día pasamos por una feria con Jesusiño y familia (Feria de Matadero). Y francamente fuimos a sitio bastante particulares. Empezando que fuimos a comer a un restaurante bien antiguo y muy frecuentado rodeado por una enorme feria. Aquí se puede tomar el vino tinto con soda para bajarle el alcohol. Muy extraño.

Luego, nos fuimos a una discoteca de jubilados.

Pues era un colegio en donde se reune la "gente de peso" (léase de 60 para arriba) para bailar tango (aunque por allí salió Shakira con las caderas que nunca mienten) y resultó ser un espectáculo de interesante: 30 parejas en la pista bailando con elegancia y destreza. Por allí se podía ver gente joven alternandose con parejas mayores deslizandose entre tangos de lamentos y tristezas y estre ellas una muchacha de un largo vestido rosado que aunque estaba con el novio no dejaba de coquetear con otros muchachos (léase esta vez con los recién llegados). Como el novio estaba más alto que este humilde comentarista solo se limitó a mirarla y desearle que sea feliz con la mirada. Mmmmm...

De allí salimos a... ¿un bar? (¿Cómo se le puede llamar a eso jesusiño?). Era un sitio antiguo y descuidado en donde un grupo tocaba. El hombre de la guitarra era amigo de la mamá de Jesusiño así que nos trataron con mucho aprecio. Dos Quilmes en la mesa para empezar y disfrutar del espectáculo. También se apareció un gaucho con atuendo y todo, un tío de unos sesenta años todo vestido y sin caballo.

Al locon no le gusta relamente la cosa folklórica y después de 4 horas ya estaba dedicado exclusivamente a libar tanta cerveza como fuera posible para olvidar las penas.

El grupo musical si era como para recordarlo. Dos guitarras y un bombo tocado por un tipo que depués de cada canción se soplaba un vaso de alcohol. Demás esta decir que luego de 6 canciones el tipo convertía una chacarera campesina del Chango Rodriguez en una versión "Chill-Out BomboPlus Mix". El tipo entraba en un trance de golpes frenéticos y maromas con el mazo que en una de esas dejó el bombo para servirse otro vaso y cuando volvió ya no lo encontró.

Yo entiendo que a alguien se le pueda perder un rondín en un escenario de 1x1 metro... ¡pero un bombo?

Al final... se apareció el bombo y con el la chica del otro local que resulto ser la hija del gaucho y su indumentaria resulto ser la de "la gaucha". Quien diría...

Al final.. después de una larga jornada de Zambas, Chorrilleros, Calanbrias, Valsecitos criollos, Rasquidos dobles y una Jota cordobesa de contrabando, se acabo el día.

¿Ahora si nos vamos a Uruguay?

martes, noviembre 14, 2006

ARGENTINA - DOS MOCHILEROS EN BUENOS AIRES

El primer problema de llegar a una ciudad como Buenos Aires es ubicarse. La ciudad es francamente un entresijo de calles y avenidas en donde es fácil extraviarse y terminar caminando en dirección contraria. La brújula viajera nos saco de varios apuros.

El otro problema es el transporte. En una ciudad moderna los medios de transporte funcionan. No hay más que decir. Los turistas de ciudades más desordenadas respecto al transporte (como Lima, por ejemplo) no pueden utilizar los buses y trenes sin preguntarse como es que funciona el sistema. El metro ya de por si es toda una novedad. Aunque muchas estaciones ya parecen no soportar el tráfico de gente (aunque en México DF hay mucha más gente que en Buenos Aires, me parece que las vías peatonales del metro son más libres a menos que uno vaya a la hora pico donde puede terminar en un tren arrastrado por la gente).

El otro problema es comer (como en cualquier lado creo) aunque los porteños se las han arreglado para ofrecer opciones de comida barata. El “tenedor libre”: pagas un precio fijo y comes lo que puedas. Llegamos sin querer a un tenedor libre de unos chinos en el que comimos hasta hartarnos por 10 pesos. El mozo era todo un caso porque hablaba entre chino y español con dejo porteño: parecía una radio AM con problemas de sintonía. Y para colmo gritaba para hacerse entender (¿porqué los cocineros chinos hablan gritando fuera de la cocina también?).

Al día siguiente tuvimos el mismo problema de las provisiones alimenticias así que terminamos en el mismo tenedor libre con el mismo chino y con la misma comida. Esta vez agarramos buena carne (gracias al maestro barrillero, un moreno con pinta de cubano que hablaba como porteño pero “aprendido a golpes por la vida”).

Pero el tercer día preferimos morir de hambre antes que volver al tenedor ese…

Llegar a Buenos Aires y no disfrutar de la vida cultural es un crimen. Buenos Aires en creo la capital cultural de América del Sur. Sus librerías, monumentos y teatros… quien viene de un país en donde menos del 20% de la población lee un libro por año (y creo que estoy siendo optimista) impresiona ver un gran porcentaje de gente leyendo en sus ratos libres en bancas, parques, en el bus, en los cafés… desde libros hasta revistas. Nos decidimos por ir al Teatro Gran Rex el sábado a ver un espectáculo llamado
Mayumana, un derroche de ritmo y percusión acompañado con un fino humor. A mi me gusto mucho (Jesusinho… no es por darte la contra pero para la próxima vemos a Los Nocheros…). Recomendado…

A mi me sucedió algo gracioso esos días. Terminé comunicándome con un amigo mío por Messenger a quien no veo con frecuencia y resultó que al día siguiente estaría en Buenos Aires. Así que le dimos el encuentro (que pequeño es el mundo) y partimos para comer algo y tomarnos unas cervezas. Lección uno: en el centro de Buenos Aires no es fácil encontrar un bar. Al final Jesusinho volvió a San Martín para encontrarse con un primo suyo y yo me quedé con mi amigo con quién partimos a Recoleta donde si pudimos una buena barra.

Luego, retorné a San Martín para llegar a una discoteca donde estaba Jesusinho con su primo y todo un grupo de amigos. No recuerdo como se llamaba el sitio este pero era el infierno en la tierra: donde entraban 60 personas había 180 más o menos e ingresar era más fácil que salir. Encontrar al Jesusinho fue más difícil que limpiarse la nariz con guantes de box y una vez que lo ví, llegar hasta la mesa que ocupaba el grupo requería machucarse contra 40 individuos que jamás le iban a dar el pase a uno.

Es así como uno termina manoseado en las discotecas…

Parece que se les ha olvidado la terrible lección de
Cromañón, la segunda tragedia no natural del año nuevo del 2004, donde perdieron la vida 194 muchachos asfixiados en una discoteca en llamas repleta de gente.

Al final, llegue casi sin botones a la mesa. Una combinación de rock, reggaeton y cumbia llenaba el ambiente, junto con tres chicas que bailaban a nuestro lado ocupando cada vez más espacio (presionadas por otro grupo en crecimiento al otro lado) hasta que terminamos reducidos a una sola mesa (originalmente eran dos). Los chicos toman unos tragos bastante ligeros y bajos en alcohol y hacen más escándalo que lo que realmente parecen ser capaces de hacer. Esa fue mi percepción. El problema es el ruido. Creo que el próximo problema global del mundo occidental va a ser la sordera: ¡que manera de subirle al volumen! Al salir del sitio este entramos al auto del primo-Jesusinho y este pone contacto y 700Watts de energía musical sin límites llegan a mi cerebro así sin anestesia.

De haberlo sabido me hubiera ido caminando (la casa estaba a 10 cuadras). Prefiero llegar con los pies reventados que con el tímpano hecho mazamorra.

Francamente (comentarios aparte) yo no entiendo ciertas conductas de la gente joven. El tipo le gritaba en el carro a Jesusinho (quien estaba a su lado) para hablarle y cuando Jesusinho le respondía bajaba casi todo el volumen y preguntaba “¿qué?” para escuchar la respuesta, subir inmediatamente después el volumen y continuar con la conversación y el mismo ciclo (grito, respuesta inaudible, “¿qué?” y luego que se quede sordo el que está atrás con las orejas en el parlante).

Demás está decir que al llegar el locón salió del carro como una exhalación…

Lo bueno es que dos días antes habíamos pasado por la agencia del Buquebus y ya teníamos los pasajes listos para partir al día siguiente hacia Uruguay y retomar camino hacía Brasil.

miércoles, noviembre 08, 2006

ARGENTINA - A BUENOS AIRES NO SE LLEGA A DESCANSAR


Para llegar a Buenos Aires primero tuvimos que soportar un giro final del destino. Saldríamos a Arequipa muy temprano (después de unas empanaditas salteñeras en la cafetería del aeropuerto) para llegar al aeropuerto de Lima a las 6.30 y abordar el vuelo hacia Buenos Aires a las 7.45 lo que nos dejaba muy poco tiempo para llegar a registrarnos y poder tomar el avión. Si perdíamos la ida perderíamos la vuelta por el tipo de ticket que teníamos.

El plan era que las maletas salieran pronto del avión para correr al counter a registrarnos para el siguiente vuelo. Allí fue donde empezó el problema. Así que Jesusinho tuvo que correr hacia el counter mientras el Locón esperaba a que salieran los 28 kilos de mochilas. Cargué los bultos al carrito y llegue a encontrar a Jesusinho ya haciendo todos los trámites. Pasamos las cosas hacia la bodega para informarnos que seríamos los últimos a abordar.

Era como para ponerse a llorar de la emoción…

Luego de un vuelo tranquilo llegamos a Ezeiza, el aeropuerto internacional de Buenos Aires. Allí nos esperaba la familia de Jesusinho que nos recibió con los brazos abiertos. Luego de la inevitable emoción del recuentro madre-hijo, nos dirigimos a su casa, en el partido de San Martín, lejos del centro. Allí nos instalamos en una habitación tan acogedora que al toque el locon se quedó dormido hasta media tarde. Ese día realmente fue de puro descanso después de todas las peripecias pasadas en Bolivia.

En la noche salimos a caminar por las calles de San Martín con Doña Lourdes (la mamá del Jesusiño) y el Toby (el hijo-canino de la casa) cerrando un día de franco relajo. Todo tranquilidad, todo paz, todo calma.

Al día siguiente la cosa cambiaría con una visita al Microcentro. Luego de tomar el bus hasta el Terminal de Tren de San Martín para hacer conexión con la línea Mitre hasta Retiro, aterrizamos en la ciudad que parece que nunca duerme. Uno que llega de Bolivia en donde las cosas suceden lenta y pausadamente y termina en una ciudad en donde si uno no avanza lo hacen avanzar. Gente de aquí para allá, negocios abiertos por todos lados, revistas en todas las esquinas. Aquí francamente hay de todo.

La avenida Corrientes hay que recorrerla de cabo a rabo para tener una idea del estilo de vida del porteño. Es la calle cultural, donde se respira movimiento, donde la gente anda y vuelve a andar. Desde donde se puede observar el Obelisco que conmemora cuatro hechos históricos (con inscripciones en cada uno de sus lados) porteños: la primera fundación de 1536, la segunda y definitiva de 1580, la primera vez que se izó la bandera nacional (en la iglesia de San Nicolás, justo donde ahora esta el obelisco) y la constitución de Buenos Aires como capital argentina en 1880.

Para quien no lo sepa: a Buenos Aires la fundaron dos veces. La primera por Pedro de Mendoza que llegó con un tropel de gente, u nuevo nombre (Nuestra Señora del Buen Ayre) y se encontró con la resistencia de los indios locales que fue suficiente como para echar la empresa por tierra al punto que los colonos empezaron a comerse entre sí para evitar el hambre. Luego, Juan de Garay lo volvería a intentar con una estrategia diferente y refundo la ciudad con un nombre más largo aún: Ciudad de La Trinidad y Puerto de Santa Maria del Buen Ayre.

Hay tantas cosas por ver en Buenos Aires que se podría hacer este blog francamente más largo de lo que ya es. No. Sólo me limitaré a notar cosas que me sorprendieron:

- El obelisco, tremenda construcción que para sacar la foto de ley hay que alejarse lo suficiente y tirarse al suelo para que salga completa.
- La calle Florida, mismo Jirón de la Unión (para quien conozca Lima), una “peatonal” (como le llaman allá a las calles donde sólo circula la gente) netamente comercial donde el Locón fue muy feliz a percatarse que cada 35 pasos se puede encontrar una enorme librería. Inicia en otra calle llamada Perú.
- La Plaza de Mayo, lugar de interés especial histórico donde se puede encontrar la Casa Rosada (que me la imaginaba más grande e imponente de lo que es) y la Catedral (donde está la tumba del General Don José de San Martín, punto de visita obligado para presentarle los respetos al libertador).
- Caminito, obligada visita turística aunque francamente demasiado “turística” por decirlo de alguna manera. Pero si uno vuelve de Bs. Aires sin una foto en Caminito lo más probable es que le digan a uno “¡Qué! ¡No has ido a Caminito! Gueyyy.. Boludo que has hecho en Argentina cheee…”.
- El Tigre, un paseo por el delta del Paraná y disfrutar el “buen ayre”. Para llegar hay que tomar el Tren de la Costa y no como nosotros que nos fuimos en Bus y llegamos cuando ya todo estaba cerrando.

Para caminar por Bs. Aires se requiere de un buen mapa. En Galerías Pacífico (en Florida hay una entrada al Mall) hay información turística y se puede pedir una guía de calles gratis muy útil (además que visitar el centro comercial es básico aunque sea sólo para ver el fresco del techo), sin embargo un bueno libro que también es un buen recuerdo de viaje es La Guía Tridimensional de Buenos Aires de Daniel Santoro. Andaba media escasa en las librerías pero para la segunda vez que estuve por la ciudad la encontré en todas las librerías. La Guía de Buenos Aires de Editorial Océano es más baratita y práctica para andar libremente también. Recomendada.

El día se nos acabó más rápido de lo esperado así que tuvimos que volver a San Martín a cenar con las dos Quilmes de ley, refresco de Pomelo y empanaditas (¡otra vez empanadas!).

Dejemos la narración allí para dejar para la próxima algunos detalles de los días recorriendo el centro de Bs. Aires.

jueves, septiembre 28, 2006

BOLIVIA - COPACABANA

Copacabana francamente es un sitio de ensueño.

Lleno de tradiciones, de historia, de costumbres y la vista del “mar” azul, inmenso y reposado hace olvidar que uno se encuentra a poco más de 3.800 msnm. El frío y las salteñas tucumanas le hacen recordar a uno que no está en Brasil.



El común de la gente asocia el nombre Copacabana con una playa enorme y tropical. Ubicada en tierras brasileras con 350 mil bahianos retozando bajo el inclemente sol, ésta Copacabana es más reciente que nuestra Copacabana. La primera y original fue boliviana.

De hecho la palabra parece provenir del aymara Quta Qhawaña que significa “mirar el lago” pues desde este lugar si algo es lo más notorio es el bello paisaje que presenta el lago Titicaca que parece confundirse con el cielo azul. Qutacahuaña se convierte en un lugar sagrado y de culto importante entre los antiguos aymaras, A llegar los españoles imponen la fe cristiana convirtiendo el culto popular a qutacahuaña en el culto a copacabana y así nació la Virgen de la Candelaria de Copacabana que hoy es la Santa Patrona de Bolivia. En 1580 España anexiona Portugal por lo que los comerciantes españoles ingresan a Brasil y con ellos Nossa Senhora de Copacabana. La historia (junto con otros detalles sobre el aymara) continúa en este link.

Volvamos a lo nuestro… Copacabana es un sitio de paso obligado camino hacia el Perú. Es un lugar para descansar y disfrutar de su gente y sus costumbres. Y para disfrutar de más salteñas como las que se encuentran en los puestos de la plaza principal (las últimas del viaje… por fin). Es curioso que “la salteña” (una empanada que lleva el nombre de la ciudad de Salta en Argentina) sea tan difundida en toda Bolivia (y más curioso que exista “la salteña tucumana” pues tanto Salta como Tucumán son dos sitios diferentes en el mismo país; sería como decir “la limeña cusqueña”). Le preguntamos a “El Chasqui” en Potosí sobre la razón de que haya tanta salteña por todo lado y nos contó una historia que no he podido corroborar en otra fuente así que es sin confirmar. Resulta que la salteña (definitivamente oriunda de Salta) llegó a Bolivia con los soldados del norte argentino que arribaron a Bolivia para las guerras de la independencia. Con ellos fueron sus esposas que al asentarse en estas tierras ingresaron la empanada a la gastronomía boliviana.

Fuimos testigos así también de la bendición de los autos. Se forman largas colas de autos con sus ocupantes, chofer y el cofre levantado para que un cura (previas moneditas) bendiga los autos y a todos sus ocupantes para que la Virgen de Copacabana los proteja y los cuide. Así, se garantiza por vía divina que no tendrán ni accidentes ni choques. Luego la fiesta religiosa se mezcla con las costumbres locales ya que los benditos vehículos terminan en la plaza llenos de guirnaldas coloridas, vírgenes de yeso, papel picado y cajas de cerveza por montones. La foto de rigor y bien borrachos todos de vuelta a sus casa Debe ser cierto porque con tanto chofer ebrio el que no hayan choques al final del día sólo puede ser un acto de Dios.

El gran atractivo de Copacabana es el lago Titicaca sobre el que gira un turismo bastante más organizado que en otros lugares visitados. Se puede entrar lago adentro en kayak, en botes pedaleros, botes a remo o hacer parapente sobre el inmenso mar azul, siempre y cuando uno no se acerque a la zona militar donde está una base naval de Bolivia. Sí… un país que no tiene salida al mar tiene una Fuerza Naval. El reclamo (justo o no) de Bolivia a tener salida al mar se puede leer en un anuncio en el estrecho de Tiquina de la Marina que reza “Armada Boliviana. Titicaca hacia al mar”.

Luego de disfrutar de una rica trucha frita a orillas del lago nos dirigimos en un buque a motor hacia la Isla del Sol. Allí, trepados en el techo de la embarcación, conocimos a Jaime, Ana, Joseph, Nicoll y Nicolás, una familia muy simpática de caporales de La Paz (Caporales Centralistas Bloque San Miguel) que nos invitaron a volver en verano a acompañarlos al carnaval de Oruro. Así también nos hicimos amigos de Hwan Hee, un muchacho sur coreano que con sólo tres palabras en español venía recorriendo el continente: “cuanto cuesta, muy caro, barato”. Allí también estaban cuatro tres argentinas que no paraban de tomar mate y un español que viajaba sólo y aunque se puso a nuestro lado para escucharnos en todo el camino no habló palabra alguna.

La Isla del Sol es la más grande de las islas que se pueden encontrar en el lago. Originalmente Isla Titikaka (“roca del puma” y de donde proviene el nombre del lago), es una masa de tierra que en dos horas puede atravesarse a pie. Nosotros sólo estuvimos una hora, lo suficiente como para seguir a un buen grupo de turistas (aquí si encontramos a mucha gente de muchas nacionalidades) por las interminables escalinatas. Francamente ya estábamos hartos de las escaleras así que subimos junto con Hwan hasta donde pudimos. La vista del lago es fantástica.

Retornamos y pasamos un muy bien momento en el viaje de vuelta hablando sobre las culturas, la tolerancia entre los pueblos, las costumbres, la realidad de Bolivia y de Corea del Sur… cuando hay ganas, bolivianos, peruanos y coreanos pueden hablar de ellos mismos y hacerse entender de alguna forma. Nos despedimos de todos con la esperanza de volvernos a ver en alguna otra oportunidad. Nunca se sabe…

¡Ah! Y Nicolas, el menor del clan, se hizo muy amigo de Jesusinho que no lo dejaba respirar al pobre. El niño lo llevaba de la mano a todo lado y lo buscaba a punta de gritos de “¡Amigo!”. Mientras tanto Hwan me iba contando que en Corea las cervezas se toman en números impares (empezando con el tres) y que aunque el comer perro es parte de la gastronomía de su país a él nunca se le había ocurrido hacer eso. Luego de enseñarnos a contar en coreano (y enseñarle a contar en español) nos contó que estudiaba Agricultura (hacer producir a la tierra en un país donde hay 440 habitantes por kilómetros cuadrados es una prioridad) y que era ateo como su papá que a diferencia de su mamá era Budista y su hermana Católica (ya me imagino de que no hablan en casa).

El viaje de retorno si fue accidentado. Camioneta hasta Casani donde esta el puesto fronterizo Boliviano. Allí entre mi “papel migratorio” y al pobre Jesusinho no lo dejaban salir porque no tenía sello de entrada en el pasaporte (ver DESAGUADERO). Llego un agente de migraciones a amenazarnos con una multa de 100 bolivianos y salimos a decirles que no íbamos a pagar nada por culta de la ineptitud del personal de migraciones boliviano en Desaguadero. Otro agente más y otro más en plena guerra verbal contra nosotros dos hasta que llegó un policía que puso las cosas en orden. Le explicamos que recién nos habíamos percatado de la falta del sello porque al ingresar por Desaguadero se fue la luz y estuvimos a la hora de cierre de frontera, por lo que no fuimos cuidadosos al revisar nuestros documentos. Nos dejó salir y de allí cruzamos un portal donde un enorme letrero nos indicaba que estábamos en territorio peruano.

Nuevamente en Perú pasamos por migraciones y al no tener sello de entrada a Bolivia, Jesusinho no sabía como explicar que salió de Perú y estuvo cinco días en la frontera de Bolivia, flotando y como por arte de magia apareció en otra punto fronterizo, atravesando el país sin ser visto para pedir un sello de entrada al Perú. Al fina le sellaron y pasamos libres por fin del trámite burocrático.

Salió, no entró y regreso no se sabe de donde. Es la primera persona que yo conozca que haya tenido alguna experiencia de naturaleza cuántica.

Taxi a Yunguyo (donde no llega la señal celular aún), bus a Puno (apretados como sardina) y de allí a rezar para que podamos conseguir un bus a Arequipa. Salíamos en la única empresa que ofrecía salida a las 9.30 (la última) para llegar a Arequipa a casi 2 de la madrugada.

Frío… mucho frío… veinte vueltas en taxi hasta encontrar un hotel con habitación disponible. Por fin dormiríamos largo y tendido, así como disfrutar de todo un día libre para hacer cualquier cosa. Lo que sea. Nada, mejor.