martes, septiembre 12, 2006

CAÑON DEL COLCA (DIA 2)


Al día siguiente, bien temprano, nos levantamos a las 6am para que nos recojan a las 7.30 (¡ay de los characatos!) para visitar los pueblos aledaños mientras seguimos subiendo hacia la parte más lata del cañón. Lamentablemente tuvimos que cargar con la tardanza de la guía pues no conocimos casi ninguno de los pequeños pueblos congelados en el tiempo que hay en el camino.

Esta actitud es bastante peruana, por decirlo de alguna manera y viene desde hace mucho tiempo. Aunque esta zona (conocida en la colonia como el corregimiento Collahuas) resultaba de mucha importancia en la época del virrey Toledo (1516-1582) luego en la república resulta totalmente ignorada. Toledo es conocido por haber sido el “organizador de la colonia” y cumpliendo con la tarea de crear zonas organizadas ordena y reduce la población del valle en 14 pueblos que han quedado congelados en el tiempo (fundados alrededor de 1570). La deuda de España con esta gente se ha visto compensada al observar que las iglesias y monumentos de estos sitios están siendo restaurados con fondos del gobierno español.

El cañon del Colca se redescubre en los años 20 gracias a un par de aviadores norteamericanos que, al hacer un levantamiento aerofotográfico, descubren un valle poblado desconocido al que llaman “El Valle Desconocido de los Incas”. Parece que nadie leía Nacional Geographic pero ni de oídas porque aunque la noticia se publicó en enero de 1937 en el Perú no se dan por enterados hasta 1975 (año en que nació el Lokón) a raíz de un proyecto de irrigación en Majes.

Regresando a lo nuestro. Si van al Colca exijan que se detengan en los pueblos el tiempo suficiente como para conocer a su gente que es muy hospitalaria (siempre a un sol, por supuesto). Los turistas se pierden todo este tramo pues tiene como objetivo llegar al Mirador Cruz del Cóndor, uno de los puntos más altos del cañón y de donde se puede observar su enorme profundidad, además de ser la zona donde los cóndores realizan su majestuoso vuelo. Las fotos de rigor y la mirada atónita de un montón de turistas que en su vida han visto un pajarraco tan grande (es un vacilón escuchar a la tribu de gente lanzar un “oooohhhhh…” al ver sobrevolar al carroñero andino).

De retorno nuevamente en Chivay para almorzar y continuar viaje hasta a ciudad de Arequipa para estar en el momento en que todos salen a la plaza a celebrar el 15 de agosto entonando a viva voz “Entoneeeeeemos, entoneeeeeemos, entonemos un himno de glooooooria. A la blaaaaaanca, a la blaaaaaanca, a la blanca y heroica ciudad”. Al final, se funda como valle y recién un año después pasa a tener el título de ciudad… pero eso a nadie le importa en el fondo. El Místi nunca se vistió de blanco (como dicen los locales que se pone para “su fiesta” pero disfrutamos de la blancura de María Antonieta Dávalos y los 750 Watts de potencia al cantar música arequipeña viva voz. Sería el vestido negro que estaba punto de reventar (sus caderas serían mas notorias sino fuera por lo rubio de su cabello que contrasta con la blancura de su tez que la hace parecer estar hecha de sillar) pero al final cada canción parecía pedir auxilio a su público con un “graciasssssss…” típico de un moribundo pidiendo que lo dejen en paz. Nos fuimos y la dejamos acabando con sus pulmones. De seguro el cigarrillo la mataría más despacio.

Nos preparamos para salir a Puno… ¡y luego Bolivia!

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