lunes, diciembre 04, 2006

URUGUAY - COLONIA DEL SACRAMENTO

Para variar, llegamos a las justas al terminal del Buquebus...

Buquebus es una empresa Argentina-Uruguaya que atraviesa el Mar del Plata con unos ferrys que conectan Bs As con Colonia de Sacramento o Montevideo en Uruguay. Uno puede viajar en el buque lento o en el rápido, donde el primero es más barato y toma unas tres horas en llegar a Colonia. Llegamos con dos toneladas de comida empacada con la mejor de las voluntades por la Doña Lourdes (que incluia sanguchitos, panes, galletas, dos cajas de leche y un cajón de alfajores como para dejar en claro que el alfajor es argentino, lo que no es de extrañar tomando en consideración que las estadísticas muestran que los argentinos consumen 6 millones de alfajores al día).

Digamos que teníamos un cajón con el 0.000001% de la ingesta per cápita de alfajores para siete días.

¡Hasta cucharita teníamos!

Primer problema: un enorme letrero que indica que se decomisará todos los aliementos pues está prohibido ingresar con estos a Uruguay. No sé como hicimos para pasar media tienda de alfajores pero abordamos. Escogimos asientos y a disfrutar del viaje.

El bueque es enorme. Puede llevar 1.200 personas y 150 automóviles. Tiene cafetería, un mini casino, salón de juegos, duty free... dentro de este uno parece estar en un centro comercial. El viaje se pasa rápido y sin querer llegamos a Colonia.

Colonia (así a secas como se le llama) es un sitio histórico. Fundada en 1680 por un grupo de portugueses fue aslatada por los porteños unos meses después para devolversela a los portugueses unos meses más tarde. De posición estratégica, el sitio se convirtió en el puesto favorito de los contrabandistas portugueses y británicos por lo que el Rey de España (Felipe V) le mandó al gobernador de Buenos Aires que le de a Montevideo más fuerza de contención. Al final, la convivencia entre españoles y portugueses estaba bastante lejos de ser feliz y luego de negociaciones y promesas los argentinos toman definitivamente Colonia en 1777.

Las murallas, cañoes, la puerta principal y el faro son lugares en donde el tiempo parece haberse detenido. No es difícil imaginar una ciudad sitiada cuando se la ve desde lo alto del faro.

La ciudad, traquila y solitaria nos pareció formidable. El problema era el tiempo. Sólo teníamos cuatro horas para conocer la ciudad así que nos decidimos por alquilar un scooter para recorrer sus calles. Al 30 dolares el día nos pareció una opción interesante.

Hay muchas casonas convertidas en museos que vale la pena visitar (con un sólo ticket se visitan todos los sitios), todas ubicadas al rededor de la antigua plaza principal de la ciudad. Hay mucha información turística y las atenciones para con los visitantes son de las mejores. En una esquina hay un restaurante con mesas afuera donde se puede descansar y tomar algo para aliviar el calor. Leímos en una revistra pedir un "apple crunch" que es típico de la zona (aunque en Montevideo nos aclararon que es tan típico como un pollo a la braza lo es el Lima) que es un postre de manzana ácida acaramelada con helado. La combinación de sabores es francamente deliciosa.




Así, con mapa en la mano y Jesusinho de pasajero trasero, recorrimos la rambla (la línea costera) a 60kph hasta llegar al Sheraton y vuelta a la ciudad. Recorrer sus calles empedradas y antiguas es muy divertido.

Para redondear la historia, aceleramos y llegamos con el tiempo justo para aboradar el bus que ya teníamos reservado a Montevideo. Estuvimos esperando en el terminal sin preocupaciones hasta que se pasaron algunos minutos sin que nos avisaran si el bus partía o no. Se nos ocurrió preguntar.

"¿El bus? Ya salió hace un rato".

Jesusinho desapareció, se lanzó a la carrera para detener el bus que justo estaba dando la vuelta para pasar por la entrada principal del terminal. Allí salí detrás de él y conseguimos detener el bus para abordarlo "al vuelo". Hasta ahora no sé en que momento partió el bus.

Llegamos a las justas a subir al bus para llegar 5 horas más tarde a Montevideo. Conocimos el terminal, conseguimos pasajes en bus para llegar a Porto Alegre a las 9 de la noche y nos dedicamos a esperar la salida (después de lo anterior ya no estabamos en condiciones de poner en riesgo la salida... que puntuales son los Uruguayos). Resultó que para entrar a Brasil hay que tener vacunación contra la fiebre amarilla, cosa que no teníamos. Al final resultó que por los pocos días que estuvimos en Argentina y los pocos que estaríamos en Brasil logramos solucionar el trámite sin problemas.

Y allí estábamos, subiendo al bus camino a Brasil, con 11 horas de por medio de viaje nocturno y un nuevo país por delante.

ARGENTINA - Y CUANDO NOS VAMOS DE BUENOS AIRES?

Pero aún quedaban cosas por hacer y contar.

Una de las cosas que mas sorprenden de Bs As es la cantidad de "quiscos de diario" que hay en las calles. Cantidades de revistas que se pueden conseguir en todas las esquinas. Hay pequeñas casas que venden revisas y libros viejos que son muy frecuentadas. El locón y Jesusiño compraron cantidades ingentes de material para leer en lo que quedaría del viaje (y que nunca leyeron... cuanta revista vieja). Aún tengo la edición de Rojo y Negro de Stendhal que nunca he leído.

Un destino final que nos quedo fue volver al Tigre pero esta vez temprano y llegamos. Abordamos uno de los ferrys para pasear por el delta del Paraná y ver las casas que adornan este lugar. Realmente es un sitio en donde es un placer vivir. Son casas de ensueño rodeadas de naturaleza. Debe de ser extraño salir por la puerta trasera y saludar al vecino que justo estaba sacando a pasear al perro en la lancha. Mmmm... aquí se puede disfrutar de una pizza con harto tomate y pimiento verde (¿porque la pizza en Argentina es tan diferente?) hecha en casa. Buen punto.

El último día pasamos por una feria con Jesusiño y familia (Feria de Matadero). Y francamente fuimos a sitio bastante particulares. Empezando que fuimos a comer a un restaurante bien antiguo y muy frecuentado rodeado por una enorme feria. Aquí se puede tomar el vino tinto con soda para bajarle el alcohol. Muy extraño.

Luego, nos fuimos a una discoteca de jubilados.

Pues era un colegio en donde se reune la "gente de peso" (léase de 60 para arriba) para bailar tango (aunque por allí salió Shakira con las caderas que nunca mienten) y resultó ser un espectáculo de interesante: 30 parejas en la pista bailando con elegancia y destreza. Por allí se podía ver gente joven alternandose con parejas mayores deslizandose entre tangos de lamentos y tristezas y estre ellas una muchacha de un largo vestido rosado que aunque estaba con el novio no dejaba de coquetear con otros muchachos (léase esta vez con los recién llegados). Como el novio estaba más alto que este humilde comentarista solo se limitó a mirarla y desearle que sea feliz con la mirada. Mmmmm...

De allí salimos a... ¿un bar? (¿Cómo se le puede llamar a eso jesusiño?). Era un sitio antiguo y descuidado en donde un grupo tocaba. El hombre de la guitarra era amigo de la mamá de Jesusiño así que nos trataron con mucho aprecio. Dos Quilmes en la mesa para empezar y disfrutar del espectáculo. También se apareció un gaucho con atuendo y todo, un tío de unos sesenta años todo vestido y sin caballo.

Al locon no le gusta relamente la cosa folklórica y después de 4 horas ya estaba dedicado exclusivamente a libar tanta cerveza como fuera posible para olvidar las penas.

El grupo musical si era como para recordarlo. Dos guitarras y un bombo tocado por un tipo que depués de cada canción se soplaba un vaso de alcohol. Demás esta decir que luego de 6 canciones el tipo convertía una chacarera campesina del Chango Rodriguez en una versión "Chill-Out BomboPlus Mix". El tipo entraba en un trance de golpes frenéticos y maromas con el mazo que en una de esas dejó el bombo para servirse otro vaso y cuando volvió ya no lo encontró.

Yo entiendo que a alguien se le pueda perder un rondín en un escenario de 1x1 metro... ¡pero un bombo?

Al final... se apareció el bombo y con el la chica del otro local que resulto ser la hija del gaucho y su indumentaria resulto ser la de "la gaucha". Quien diría...

Al final.. después de una larga jornada de Zambas, Chorrilleros, Calanbrias, Valsecitos criollos, Rasquidos dobles y una Jota cordobesa de contrabando, se acabo el día.

¿Ahora si nos vamos a Uruguay?

martes, noviembre 14, 2006

ARGENTINA - DOS MOCHILEROS EN BUENOS AIRES

El primer problema de llegar a una ciudad como Buenos Aires es ubicarse. La ciudad es francamente un entresijo de calles y avenidas en donde es fácil extraviarse y terminar caminando en dirección contraria. La brújula viajera nos saco de varios apuros.

El otro problema es el transporte. En una ciudad moderna los medios de transporte funcionan. No hay más que decir. Los turistas de ciudades más desordenadas respecto al transporte (como Lima, por ejemplo) no pueden utilizar los buses y trenes sin preguntarse como es que funciona el sistema. El metro ya de por si es toda una novedad. Aunque muchas estaciones ya parecen no soportar el tráfico de gente (aunque en México DF hay mucha más gente que en Buenos Aires, me parece que las vías peatonales del metro son más libres a menos que uno vaya a la hora pico donde puede terminar en un tren arrastrado por la gente).

El otro problema es comer (como en cualquier lado creo) aunque los porteños se las han arreglado para ofrecer opciones de comida barata. El “tenedor libre”: pagas un precio fijo y comes lo que puedas. Llegamos sin querer a un tenedor libre de unos chinos en el que comimos hasta hartarnos por 10 pesos. El mozo era todo un caso porque hablaba entre chino y español con dejo porteño: parecía una radio AM con problemas de sintonía. Y para colmo gritaba para hacerse entender (¿porqué los cocineros chinos hablan gritando fuera de la cocina también?).

Al día siguiente tuvimos el mismo problema de las provisiones alimenticias así que terminamos en el mismo tenedor libre con el mismo chino y con la misma comida. Esta vez agarramos buena carne (gracias al maestro barrillero, un moreno con pinta de cubano que hablaba como porteño pero “aprendido a golpes por la vida”).

Pero el tercer día preferimos morir de hambre antes que volver al tenedor ese…

Llegar a Buenos Aires y no disfrutar de la vida cultural es un crimen. Buenos Aires en creo la capital cultural de América del Sur. Sus librerías, monumentos y teatros… quien viene de un país en donde menos del 20% de la población lee un libro por año (y creo que estoy siendo optimista) impresiona ver un gran porcentaje de gente leyendo en sus ratos libres en bancas, parques, en el bus, en los cafés… desde libros hasta revistas. Nos decidimos por ir al Teatro Gran Rex el sábado a ver un espectáculo llamado
Mayumana, un derroche de ritmo y percusión acompañado con un fino humor. A mi me gusto mucho (Jesusinho… no es por darte la contra pero para la próxima vemos a Los Nocheros…). Recomendado…

A mi me sucedió algo gracioso esos días. Terminé comunicándome con un amigo mío por Messenger a quien no veo con frecuencia y resultó que al día siguiente estaría en Buenos Aires. Así que le dimos el encuentro (que pequeño es el mundo) y partimos para comer algo y tomarnos unas cervezas. Lección uno: en el centro de Buenos Aires no es fácil encontrar un bar. Al final Jesusinho volvió a San Martín para encontrarse con un primo suyo y yo me quedé con mi amigo con quién partimos a Recoleta donde si pudimos una buena barra.

Luego, retorné a San Martín para llegar a una discoteca donde estaba Jesusinho con su primo y todo un grupo de amigos. No recuerdo como se llamaba el sitio este pero era el infierno en la tierra: donde entraban 60 personas había 180 más o menos e ingresar era más fácil que salir. Encontrar al Jesusinho fue más difícil que limpiarse la nariz con guantes de box y una vez que lo ví, llegar hasta la mesa que ocupaba el grupo requería machucarse contra 40 individuos que jamás le iban a dar el pase a uno.

Es así como uno termina manoseado en las discotecas…

Parece que se les ha olvidado la terrible lección de
Cromañón, la segunda tragedia no natural del año nuevo del 2004, donde perdieron la vida 194 muchachos asfixiados en una discoteca en llamas repleta de gente.

Al final, llegue casi sin botones a la mesa. Una combinación de rock, reggaeton y cumbia llenaba el ambiente, junto con tres chicas que bailaban a nuestro lado ocupando cada vez más espacio (presionadas por otro grupo en crecimiento al otro lado) hasta que terminamos reducidos a una sola mesa (originalmente eran dos). Los chicos toman unos tragos bastante ligeros y bajos en alcohol y hacen más escándalo que lo que realmente parecen ser capaces de hacer. Esa fue mi percepción. El problema es el ruido. Creo que el próximo problema global del mundo occidental va a ser la sordera: ¡que manera de subirle al volumen! Al salir del sitio este entramos al auto del primo-Jesusinho y este pone contacto y 700Watts de energía musical sin límites llegan a mi cerebro así sin anestesia.

De haberlo sabido me hubiera ido caminando (la casa estaba a 10 cuadras). Prefiero llegar con los pies reventados que con el tímpano hecho mazamorra.

Francamente (comentarios aparte) yo no entiendo ciertas conductas de la gente joven. El tipo le gritaba en el carro a Jesusinho (quien estaba a su lado) para hablarle y cuando Jesusinho le respondía bajaba casi todo el volumen y preguntaba “¿qué?” para escuchar la respuesta, subir inmediatamente después el volumen y continuar con la conversación y el mismo ciclo (grito, respuesta inaudible, “¿qué?” y luego que se quede sordo el que está atrás con las orejas en el parlante).

Demás está decir que al llegar el locón salió del carro como una exhalación…

Lo bueno es que dos días antes habíamos pasado por la agencia del Buquebus y ya teníamos los pasajes listos para partir al día siguiente hacia Uruguay y retomar camino hacía Brasil.

miércoles, noviembre 08, 2006

ARGENTINA - A BUENOS AIRES NO SE LLEGA A DESCANSAR


Para llegar a Buenos Aires primero tuvimos que soportar un giro final del destino. Saldríamos a Arequipa muy temprano (después de unas empanaditas salteñeras en la cafetería del aeropuerto) para llegar al aeropuerto de Lima a las 6.30 y abordar el vuelo hacia Buenos Aires a las 7.45 lo que nos dejaba muy poco tiempo para llegar a registrarnos y poder tomar el avión. Si perdíamos la ida perderíamos la vuelta por el tipo de ticket que teníamos.

El plan era que las maletas salieran pronto del avión para correr al counter a registrarnos para el siguiente vuelo. Allí fue donde empezó el problema. Así que Jesusinho tuvo que correr hacia el counter mientras el Locón esperaba a que salieran los 28 kilos de mochilas. Cargué los bultos al carrito y llegue a encontrar a Jesusinho ya haciendo todos los trámites. Pasamos las cosas hacia la bodega para informarnos que seríamos los últimos a abordar.

Era como para ponerse a llorar de la emoción…

Luego de un vuelo tranquilo llegamos a Ezeiza, el aeropuerto internacional de Buenos Aires. Allí nos esperaba la familia de Jesusinho que nos recibió con los brazos abiertos. Luego de la inevitable emoción del recuentro madre-hijo, nos dirigimos a su casa, en el partido de San Martín, lejos del centro. Allí nos instalamos en una habitación tan acogedora que al toque el locon se quedó dormido hasta media tarde. Ese día realmente fue de puro descanso después de todas las peripecias pasadas en Bolivia.

En la noche salimos a caminar por las calles de San Martín con Doña Lourdes (la mamá del Jesusiño) y el Toby (el hijo-canino de la casa) cerrando un día de franco relajo. Todo tranquilidad, todo paz, todo calma.

Al día siguiente la cosa cambiaría con una visita al Microcentro. Luego de tomar el bus hasta el Terminal de Tren de San Martín para hacer conexión con la línea Mitre hasta Retiro, aterrizamos en la ciudad que parece que nunca duerme. Uno que llega de Bolivia en donde las cosas suceden lenta y pausadamente y termina en una ciudad en donde si uno no avanza lo hacen avanzar. Gente de aquí para allá, negocios abiertos por todos lados, revistas en todas las esquinas. Aquí francamente hay de todo.

La avenida Corrientes hay que recorrerla de cabo a rabo para tener una idea del estilo de vida del porteño. Es la calle cultural, donde se respira movimiento, donde la gente anda y vuelve a andar. Desde donde se puede observar el Obelisco que conmemora cuatro hechos históricos (con inscripciones en cada uno de sus lados) porteños: la primera fundación de 1536, la segunda y definitiva de 1580, la primera vez que se izó la bandera nacional (en la iglesia de San Nicolás, justo donde ahora esta el obelisco) y la constitución de Buenos Aires como capital argentina en 1880.

Para quien no lo sepa: a Buenos Aires la fundaron dos veces. La primera por Pedro de Mendoza que llegó con un tropel de gente, u nuevo nombre (Nuestra Señora del Buen Ayre) y se encontró con la resistencia de los indios locales que fue suficiente como para echar la empresa por tierra al punto que los colonos empezaron a comerse entre sí para evitar el hambre. Luego, Juan de Garay lo volvería a intentar con una estrategia diferente y refundo la ciudad con un nombre más largo aún: Ciudad de La Trinidad y Puerto de Santa Maria del Buen Ayre.

Hay tantas cosas por ver en Buenos Aires que se podría hacer este blog francamente más largo de lo que ya es. No. Sólo me limitaré a notar cosas que me sorprendieron:

- El obelisco, tremenda construcción que para sacar la foto de ley hay que alejarse lo suficiente y tirarse al suelo para que salga completa.
- La calle Florida, mismo Jirón de la Unión (para quien conozca Lima), una “peatonal” (como le llaman allá a las calles donde sólo circula la gente) netamente comercial donde el Locón fue muy feliz a percatarse que cada 35 pasos se puede encontrar una enorme librería. Inicia en otra calle llamada Perú.
- La Plaza de Mayo, lugar de interés especial histórico donde se puede encontrar la Casa Rosada (que me la imaginaba más grande e imponente de lo que es) y la Catedral (donde está la tumba del General Don José de San Martín, punto de visita obligado para presentarle los respetos al libertador).
- Caminito, obligada visita turística aunque francamente demasiado “turística” por decirlo de alguna manera. Pero si uno vuelve de Bs. Aires sin una foto en Caminito lo más probable es que le digan a uno “¡Qué! ¡No has ido a Caminito! Gueyyy.. Boludo que has hecho en Argentina cheee…”.
- El Tigre, un paseo por el delta del Paraná y disfrutar el “buen ayre”. Para llegar hay que tomar el Tren de la Costa y no como nosotros que nos fuimos en Bus y llegamos cuando ya todo estaba cerrando.

Para caminar por Bs. Aires se requiere de un buen mapa. En Galerías Pacífico (en Florida hay una entrada al Mall) hay información turística y se puede pedir una guía de calles gratis muy útil (además que visitar el centro comercial es básico aunque sea sólo para ver el fresco del techo), sin embargo un bueno libro que también es un buen recuerdo de viaje es La Guía Tridimensional de Buenos Aires de Daniel Santoro. Andaba media escasa en las librerías pero para la segunda vez que estuve por la ciudad la encontré en todas las librerías. La Guía de Buenos Aires de Editorial Océano es más baratita y práctica para andar libremente también. Recomendada.

El día se nos acabó más rápido de lo esperado así que tuvimos que volver a San Martín a cenar con las dos Quilmes de ley, refresco de Pomelo y empanaditas (¡otra vez empanadas!).

Dejemos la narración allí para dejar para la próxima algunos detalles de los días recorriendo el centro de Bs. Aires.

jueves, septiembre 28, 2006

BOLIVIA - COPACABANA

Copacabana francamente es un sitio de ensueño.

Lleno de tradiciones, de historia, de costumbres y la vista del “mar” azul, inmenso y reposado hace olvidar que uno se encuentra a poco más de 3.800 msnm. El frío y las salteñas tucumanas le hacen recordar a uno que no está en Brasil.



El común de la gente asocia el nombre Copacabana con una playa enorme y tropical. Ubicada en tierras brasileras con 350 mil bahianos retozando bajo el inclemente sol, ésta Copacabana es más reciente que nuestra Copacabana. La primera y original fue boliviana.

De hecho la palabra parece provenir del aymara Quta Qhawaña que significa “mirar el lago” pues desde este lugar si algo es lo más notorio es el bello paisaje que presenta el lago Titicaca que parece confundirse con el cielo azul. Qutacahuaña se convierte en un lugar sagrado y de culto importante entre los antiguos aymaras, A llegar los españoles imponen la fe cristiana convirtiendo el culto popular a qutacahuaña en el culto a copacabana y así nació la Virgen de la Candelaria de Copacabana que hoy es la Santa Patrona de Bolivia. En 1580 España anexiona Portugal por lo que los comerciantes españoles ingresan a Brasil y con ellos Nossa Senhora de Copacabana. La historia (junto con otros detalles sobre el aymara) continúa en este link.

Volvamos a lo nuestro… Copacabana es un sitio de paso obligado camino hacia el Perú. Es un lugar para descansar y disfrutar de su gente y sus costumbres. Y para disfrutar de más salteñas como las que se encuentran en los puestos de la plaza principal (las últimas del viaje… por fin). Es curioso que “la salteña” (una empanada que lleva el nombre de la ciudad de Salta en Argentina) sea tan difundida en toda Bolivia (y más curioso que exista “la salteña tucumana” pues tanto Salta como Tucumán son dos sitios diferentes en el mismo país; sería como decir “la limeña cusqueña”). Le preguntamos a “El Chasqui” en Potosí sobre la razón de que haya tanta salteña por todo lado y nos contó una historia que no he podido corroborar en otra fuente así que es sin confirmar. Resulta que la salteña (definitivamente oriunda de Salta) llegó a Bolivia con los soldados del norte argentino que arribaron a Bolivia para las guerras de la independencia. Con ellos fueron sus esposas que al asentarse en estas tierras ingresaron la empanada a la gastronomía boliviana.

Fuimos testigos así también de la bendición de los autos. Se forman largas colas de autos con sus ocupantes, chofer y el cofre levantado para que un cura (previas moneditas) bendiga los autos y a todos sus ocupantes para que la Virgen de Copacabana los proteja y los cuide. Así, se garantiza por vía divina que no tendrán ni accidentes ni choques. Luego la fiesta religiosa se mezcla con las costumbres locales ya que los benditos vehículos terminan en la plaza llenos de guirnaldas coloridas, vírgenes de yeso, papel picado y cajas de cerveza por montones. La foto de rigor y bien borrachos todos de vuelta a sus casa Debe ser cierto porque con tanto chofer ebrio el que no hayan choques al final del día sólo puede ser un acto de Dios.

El gran atractivo de Copacabana es el lago Titicaca sobre el que gira un turismo bastante más organizado que en otros lugares visitados. Se puede entrar lago adentro en kayak, en botes pedaleros, botes a remo o hacer parapente sobre el inmenso mar azul, siempre y cuando uno no se acerque a la zona militar donde está una base naval de Bolivia. Sí… un país que no tiene salida al mar tiene una Fuerza Naval. El reclamo (justo o no) de Bolivia a tener salida al mar se puede leer en un anuncio en el estrecho de Tiquina de la Marina que reza “Armada Boliviana. Titicaca hacia al mar”.

Luego de disfrutar de una rica trucha frita a orillas del lago nos dirigimos en un buque a motor hacia la Isla del Sol. Allí, trepados en el techo de la embarcación, conocimos a Jaime, Ana, Joseph, Nicoll y Nicolás, una familia muy simpática de caporales de La Paz (Caporales Centralistas Bloque San Miguel) que nos invitaron a volver en verano a acompañarlos al carnaval de Oruro. Así también nos hicimos amigos de Hwan Hee, un muchacho sur coreano que con sólo tres palabras en español venía recorriendo el continente: “cuanto cuesta, muy caro, barato”. Allí también estaban cuatro tres argentinas que no paraban de tomar mate y un español que viajaba sólo y aunque se puso a nuestro lado para escucharnos en todo el camino no habló palabra alguna.

La Isla del Sol es la más grande de las islas que se pueden encontrar en el lago. Originalmente Isla Titikaka (“roca del puma” y de donde proviene el nombre del lago), es una masa de tierra que en dos horas puede atravesarse a pie. Nosotros sólo estuvimos una hora, lo suficiente como para seguir a un buen grupo de turistas (aquí si encontramos a mucha gente de muchas nacionalidades) por las interminables escalinatas. Francamente ya estábamos hartos de las escaleras así que subimos junto con Hwan hasta donde pudimos. La vista del lago es fantástica.

Retornamos y pasamos un muy bien momento en el viaje de vuelta hablando sobre las culturas, la tolerancia entre los pueblos, las costumbres, la realidad de Bolivia y de Corea del Sur… cuando hay ganas, bolivianos, peruanos y coreanos pueden hablar de ellos mismos y hacerse entender de alguna forma. Nos despedimos de todos con la esperanza de volvernos a ver en alguna otra oportunidad. Nunca se sabe…

¡Ah! Y Nicolas, el menor del clan, se hizo muy amigo de Jesusinho que no lo dejaba respirar al pobre. El niño lo llevaba de la mano a todo lado y lo buscaba a punta de gritos de “¡Amigo!”. Mientras tanto Hwan me iba contando que en Corea las cervezas se toman en números impares (empezando con el tres) y que aunque el comer perro es parte de la gastronomía de su país a él nunca se le había ocurrido hacer eso. Luego de enseñarnos a contar en coreano (y enseñarle a contar en español) nos contó que estudiaba Agricultura (hacer producir a la tierra en un país donde hay 440 habitantes por kilómetros cuadrados es una prioridad) y que era ateo como su papá que a diferencia de su mamá era Budista y su hermana Católica (ya me imagino de que no hablan en casa).

El viaje de retorno si fue accidentado. Camioneta hasta Casani donde esta el puesto fronterizo Boliviano. Allí entre mi “papel migratorio” y al pobre Jesusinho no lo dejaban salir porque no tenía sello de entrada en el pasaporte (ver DESAGUADERO). Llego un agente de migraciones a amenazarnos con una multa de 100 bolivianos y salimos a decirles que no íbamos a pagar nada por culta de la ineptitud del personal de migraciones boliviano en Desaguadero. Otro agente más y otro más en plena guerra verbal contra nosotros dos hasta que llegó un policía que puso las cosas en orden. Le explicamos que recién nos habíamos percatado de la falta del sello porque al ingresar por Desaguadero se fue la luz y estuvimos a la hora de cierre de frontera, por lo que no fuimos cuidadosos al revisar nuestros documentos. Nos dejó salir y de allí cruzamos un portal donde un enorme letrero nos indicaba que estábamos en territorio peruano.

Nuevamente en Perú pasamos por migraciones y al no tener sello de entrada a Bolivia, Jesusinho no sabía como explicar que salió de Perú y estuvo cinco días en la frontera de Bolivia, flotando y como por arte de magia apareció en otra punto fronterizo, atravesando el país sin ser visto para pedir un sello de entrada al Perú. Al fina le sellaron y pasamos libres por fin del trámite burocrático.

Salió, no entró y regreso no se sabe de donde. Es la primera persona que yo conozca que haya tenido alguna experiencia de naturaleza cuántica.

Taxi a Yunguyo (donde no llega la señal celular aún), bus a Puno (apretados como sardina) y de allí a rezar para que podamos conseguir un bus a Arequipa. Salíamos en la única empresa que ofrecía salida a las 9.30 (la última) para llegar a Arequipa a casi 2 de la madrugada.

Frío… mucho frío… veinte vueltas en taxi hasta encontrar un hotel con habitación disponible. Por fin dormiríamos largo y tendido, así como disfrutar de todo un día libre para hacer cualquier cosa. Lo que sea. Nada, mejor.

miércoles, septiembre 27, 2006

BOLIVIA - TIWANAKU Y COPACABANA

Llegamos a La Paz casi a las 6 am bien temprano y con todo cerrado. No salimos del terminal de buses y desayunamos en un pequeño restaurante donde nos atendieron a la hora que les dio la gana. Bueno…

El problema es que no teníamos un plan. Lo único que era seguro es que tendríamos que retornar a Arequipa al día siguiente por la noche. Así que decidimos tomar el camino de retorno pasando por las ruinas de Tiwanaku, detenernos luego en Copacabana para retornar al Perú al día siguiente y retornar a Arequipa. Hecho. Conseguimos un bus con tour a Tiwanaku que nos podría recoger y dejar luego en el terminal para tomar el bus a Copacabana. Luego de pensarlo un poco nos decidimos por la ruta y el precio.

Ahora sólo tendríamos que esperar 45 minutos mientras dejábamos cargando la batería de la cámara en la oficina de la empresa de transportes. Aquí encontré Patoruzito, historieta que no leía desde niño cuando se las robaba a mi vecino (si las estas buscando hermano anda y visítame nomás… están en mi casa) y no sé en que momento perdí mis guantes de lana (que los echaría de menos por la noche). Mataríamos el tiempo Jesusinho haciendo uno de sus interminables Sudokus y yo viendo Rocky IV (ese mes fue la maratón de Rocky en TNT).

Por fin llegó el bus. Subimos y partimos camino hacia Tiwanaku con una guía que parecía ser un clon de la guía que habíamos tenido en el Colca. Y ésta para colmo hablaba casi en ultrasonido: bajiiiiiiiiitooo. Nos tiramos en los últimos asientos a dormir durante el viaje (total ni se escuchaba lo que decía) y así entre murmullos y ronquidos llegamos a Tiwanaku.

Tiwanaku (o Tiahuanaco) es el nombre de una cultura que desde el 400 a.C estuvo rondando por tierras andinas durante 15 siglos, lo que es un record en la zona. Su influencia en otras culturas (tanto en Bolivia, Perú y Ecuador) es notoria en las construcciones y monumentos. El recinto arqueológico esta compuesto por 7 construcciones donde destacan Kalasasaya (el templo de las piedras paradas) donde se encuentra un agujero tallado en una pared y si se habla a través de él, por más que uno se aleje se sigue escuchando lo que el interlocutor dice y viceversa. (bien bacán la macana esa porque por fin recién pudimos escuchar a la guía); y la Puerta del Sol que tal vez sea la construcción emblemática de la zona. Permítanme decepcionarlos un poco pero la famosa y dichosa Puerta del Sol es una puerta para enanos. En las fotos parece ser un pórtico majestuoso y enorme pero la verdad es que es una puerta tallada de poco más de tres metros calculo yo. Creo que uno se hace muchas ilusiones.

Creo que el problema radica en que las ruinas no están muy bien cuidadas o el tema turístico en si no esta muy bien desarrollado. A nosotros la visita nos aburrió un poco. Hay un museo nuevo que aunque es bonito y muy bien arreglado es pequeño. Allí vimos un enorme monolito representativo de la cultura tiwanakota con serios daños en la parte inferior (estuvo en un estadio de fútbol durante mucho tiempo) así como una cabeza tallada con enormes agujeros (porque los militares la utilizaban para hacer tiro al blanco). Es una cosa de no creer… La Puerta del Sol tiene unas feas rejas blancas que la rodean para evitar que la gente se acerque y en particular los ebrios que pasan por allí a vaciar la vejiga (¡eso me lo dijo la guía!). No se como hacen para retirarla para las fotos que publican en libros, revistas, y demás medios publicitarios.

Luego, retornamos hacia la Paz y nos dejaron en El Alto para tomar “el bus” para Copacabana. Primero que nos dejaron 10 cuadras más abajo porque se olvidaron de nosotros. Segundo que luego de caminar hasta el lugar nos dijeron que allí no había ningún carro para Copacabana sino cinco cuadras más abajo. Tercero que al llegar nos dijeron que allí tampoco había carros sino dos cuadras más abajo. Cuarto que al llegar nos dijeron que el carro salía en una hora a 10 bolivianos. Quinto que nos gritaron a los 15 minutos que el carro ya había llegado. Sexto que nuestros asientos numerados (¿donde estaban los números Jesusinho?) estaban ocupados así que nos fuimos sobre el motor. Sétimo que en el camino la gente subía a 5 bolivianos a Copacabana. Y octavo por si fuera poco cerca nuestro viajaba un gringo que estaba recontra loco.

Ampliemos la información…

Para llegar al sitio ese tuvimos que caminar por unas calles francamente en estado lamentable, cerca de unas madereras y mecánicas. Poco recomendables para ir paseando la verdad. Discutimos porque Jesusinho quería subirse a un taxi y yo quería ir caminando (al final caminamos… sorry Jesusinho) y al final se detuvo a preguntarle a una chica donde quedaba el sitio para tomar los buses a Copacabana y se puso a hablar mil y una incoherencia (dejando claro, nuevamente, que en La Paz la gente es muy amable pero nadie sabe donde queda nada). Creo que la dejamos hablando sola y continuamos rumbo hasta que llegamos a un mercado de frutas y así, entre tumbos y naranjas escuchamos “Copacabannaaa…”. Allí estaba un tipo parado entre el puesto de fruta y una aguatera lanzando gritos. Nos vendió dos boletos “con asientos juntos” (cada vez que recuerdo eso no lo puedo creer…) que buscó en un croquis que tenía de los asientos del bus y sentí que la suerte nos sonreía porque ya casi todo el bus estaba lleno. Luego llegó la cosa esa que se llamaba bus y esa un autobús de 40 asientos repleto de gente. Trepamos con mochilas y todo, cerraron la puerta y nos fuimos mientras avanzabamos por el pasillo buscando los asientos 80, 81…

Que graciositos pueden llegar a ser los paceños…

De suerte no se que movimiento hizo la gente y aparecieron dos estrechos asientos en la parte trasera del carro así que dejamos las mochilas en el pasillo y nos sentamos al fondo. Cerca nuestro había una pareja de gringos de originales peinados en pleno sueño. De pronto, en medio viaje, el gringo se despertó, con los ojos bien abiertos y todo alterado como si hubiera soñado con el diablo, volteó y le lanzó una mirada asesina a la pobre pareja de muchachos bolivianos que iban en el asiento trasero y a nuestra izquierda. Fue el encuentro de dos mundos. El gringo loco así como se enponjó, se desesponjó en tres segundo y volvió a quedarse dormido.

Recuerda… las drogas hacen cosas como esas.

Al final, fue un viaje placentero porque el camino es muy bonito y pintoresco. De repente, aunque aún nos encontrábamos por encima de los 3000 metros, el paisaje se torna verde y el lago Titicaca aparece enorme y azul, calmado y quieto. El camino empieza a mejorar y se transforma en una vía nueva asfaltada. Llegamos al estrecho de Tiquina (San Pedro de Tiquina), donde se acaba el camino y hay que cruzar el Titicaca. Dejamos el carro para que este pase sobre una balsa y los pasajeros pasemos en una lancha hacia el otro lado. Luego volver a subir al bus hasta llegar a Copacabana.

Por fin llegamos a Copacabana a las 6 pm… y encontramos un muy buen hotel a 50 soles la noche en habitación doble y desayuno incluido. Realmente barato. Aunque la habitación quedaba en el piso sexto sin ascensor,

¿Porqué Bolivia esta llena de escaleras, eh?

martes, septiembre 26, 2006

BOLIVIA - POTOSI

En lo personal, Potosí me pareció una ciudad muy interesante. Tal vez sea porque un recordatorio de lo breve que son algunas cosas en la vida. Visitando los museos se puede observar como Potosí pasó de ser la ciudad colonial de mayor crecimiento en el mundo, más rica y más moderna, a ser una ciudad aletargada, pobre y congelada en el tiempo en pleno siglo XXI. En la Casa de la Moneda (¡visita obligada!) uno se entera que Potosí fabricaba las monedas para España y todas las colonias y ahora Bolivia no fabrica ni la moneda de menor valor en su territorio (se las compran a Inglaterra, Alemania, etc.).

Nos levantamos y armamos las pesadas mochilas para abandonar el hotel, que francamente era horrible (Jesusinho bajó a pedir toallas y no le dieron porque “es antihigiénico”). Así, con 10 kilos a la espalda, caminamos por la ciudad hasta llegar al mercado (previa salteña tucumana de carretilla) para tomar desayuno. Luego, seguimos camino por las empinadas calles de Potosí, preguntando por la Plaza Principal y todos bien solícitos anunciando “vas por acá y subes por esta calle y de allí al final doblas a la derecha”. Le preguntamos a una señora si estaba lejos y nos respondió “un par de muchachos jóvenes… caminando llegan”. Así que tomamos dirección a la plaza.

Craso error…

La plaza estaba lejísimos. Después de subir una enorme cuesta a 45 grados (o eso me pareció) llegamos a un monumento de Bolívar y a la sombra de un hospital nos sentamos a respirar (por cuarta vez a lo largo del camino). Luego quince minutos más preguntando y caminando hasta que llegamos a Banoa, una agencia de viajes donde contratamos un tour a las minas.

Teníamos una hora para conocer así que nos dirigimos a la (
Casa de la Moneda), donde se puede disfrutar por 20 bolivianos de un tour guiado de más de una hora muy bien preparado. El guía que nos tocó no sólo era muy bien preparado sino muy divertido. Conocimos como se extrae la plata, su proceso y la conversión en moneda, así como la historia de Potosí y su relación con la plata y la colonia. Potosí fue sinónimo de riqueza (Cervantes le hace decir a Sancho Panza en el Segundo Libro de Don Quijote en el capítulo LXXI “las minas de Potosí fueran poco para pagarte” haciendo referencia a un monto incalculable. Encontré anotaciones de que Cervantes había escrito “Vale un Potosí” pero francamente no he encontrado eso en ninguna parte aunque la frase sí era popular en Europa) y al final la maldición de Potosí fue tener un enorme cerro de plata. Descubierta en 1545 por el indio Diego Huallpa luego de subir a la montaña, prender una fogata y ver los hilos plateados que brotaban de la tierra (aunque probalemente esta historia no sea cierta), Potosí se convirtió automáticamente en un enorme centro minero de la plata. Allí nomás se aprovecho la mita (un sistema de trabajo comunitario y obligatorio dentro de una comunidad institucionalizada por los incas) para obligar a los indios a trabajar y todos a enterrarse en vida en las minas, sometidos a una labor francamente sobrehumana.

Ochenta y dos años antes de todo esto, el inca Huayna Capac había estado por allí y mando a explorar la montaña (que al verla a lo lejos la llamó Sumaj Orcko o Cerro Hermoso) y cuando empezaron a cavar se escucho un estruendo que decía “Potojsi” (reventar o explosión). De allí el nombre de la ciudad.

La visita a la Casa de la Moneda fue muy informativa e interesante. La hora se nos pasó volando y retornamos a Banoa donde conoceríamos al “Chasqui”, un ex minero que sería nuestro guía dentro de las minas cooperativas en el cerro de Potosí (es decir mineros que trabajan organizada o de manera independiente en la extracción de la plata de forma tradicional). Una vez vestidos de mineros pasamos por el mercado local a comprar regalos para los mineros (hojas de coca, lima, alcohol, cigarros y DINAMITA). Potosí debe de ser el único sitio en el mundo en donde la dinamita se vende libremente.

Ingresar a la mina y adentrarse en los túneles a más de 4000 msnm es una experiencia de riesgo. Es un turismo realmente vivencial porque aquí no hay arneses de seguridad y cosas por el estilo. Aquí te dicen “atento a donde pisas, ilumínate bien con la lámpara y avanza con cuidado” así que allí va uno, entre agujeros enormes, túneles oscuros y una que otra explosión que se oye a lo lejos. ¡Adrenalinaaaaaa! El cerro es como un enorme queso agujereado por niveles y hay que conocer la mina muy bien para no perderse. Fuimos a visitar al tío (un ser mitológico, patrón de los mineros, con patas de chivo, cara de diablo y un órgano sexual de proporciones bíblicas), tallado al final de una veta donde los mineros van a reunirse para pedir un mejor futuro y suerte en la explotación. Fuman con él y comparten el alcohol de 96 grados que uno les lleva. El locón quiso brindar con el tío y eso le costo un pequeño incendio en el interior de su ser.

Recorrimos los túneles (casi fuimos arrollados por una carretilla que transportaba minerales), trabajamos un rato con los mineros, nos metimos a algunas en donde Jesusinho no dio un susto cuando casi no logra subir por una abertura de roca estrecha y al final, salimos a la luz que incide fuerte sobre los ojos.

De allí a preparar LA BOMBA. Apunta la receta: explosivo plástico, nitrato de amonio, bolsa plástica, fulminante de mercurio, mecha lenta de cuatro minutos, la foto de rigor con la dinamita prendida y ¡BOOOOOOOOOOOOM!

Uno se siente un terrorista andino…

(Si quieren ir a la mina de Potosí busquen Banoa a una cuadra de la plaza principal y pregunten por “El Chasqui”).

Nos quedo algunas horas para almorzar: jolque (sopa de riñón), lomo saltado de llama con huevo doble yema y charquican. Listos para tomar el taxi para llegar al terminal de bus (otra vez con la hora a las justas) e ir camino a La Paz, de vuelta, después de intensos días de ir y venir por tierras bolivianas.

BOLIVIA - UYUNI

Hace muchisisisisimos años antes de nuestra llegada, existía una enorme extensión de agua salada que iba desde Puno hasta estas latitudes, cubriendo todo el altiplano. Los restos aún se pueden observan (lago Titicaca, Poopó y los salares de Coipasa y de Uyuni); lo que no observábamos era ni camioneta, ni guía ni nada. Siendo las 11 de la mañana la cosa se ponía tensa.

Pero antes de llegar a este tenso momento, el primer problema era el frío. En Uyuni la sombra es cruel y el sol no caliente mucho así que decidimos salir a buscar algo caliente para levantar el alma. Encontramos a pocos metros de allí una comedor improvisado con tablas y un quemador donde se podía desayunar un café (o mate) y unos buñuelos (una masa frita en aceite) que nos vino muy bien. El amigo francés se animó junto con su novia a desayunar con nosotros (luego de pensarlo más de cinco veces) y disfruto del calor de los uyunienses. Cuando pregunto en su pobre español: “¿cuanto cuesta?” le respondimos “1 boliviano los dos”. ¡Casi se le descompone el cuerpo al hombre! Se emocionó y nos pagó el desayuno. Buena gente el franchute…

El segundo problema era mantener el calor. Eso lo resolvimos en el mercado donde conseguimos unos pantalones de lana bien feos pero útiles. Fuimos a un restaurante a comer un pan con huevo frito (el huevo frito en la sierra siempre es buenazo…) y nos raptamos el baño para ponernos los dichosos pantalones. ¡Lo máximo!

Aquel día era el día de la bandera así que todos los colegios de Uyuni decidieron salir a marchar. Vimos algunas bandas por la plaza principal y retornamos al tour donde, siendo las 11 de la mañana, lo único que encontramos fue a las caipiriñas encima de la señora del tour a punto de molerla a palos.

El problema de la zona es el abastecimiento de la gasolina. No siempre hay gasolina en los tanques por lo que tiene que ser racionada y se forman enormes colas en la estación (la única en toda la zona). Además, creo que había un problema con el almuerzo… yo que sé. El hecho es que francamente desde que conocimos a las caipirinhas todo nos estaba yendo muy mal.

A las 12.30 por fin se apareció la camioneta. Las brasileras (Yasmim, Thaís y Camila) subieron como un rayo lanzando alaridos por todos lados y luego subimos con Jesusinho a la parte trasera. Seguían las caipirinhas lanzando las quejas y el chofer empezó a responder y aquello casi se transforma en una batalla campal si es que el locón (o sea, el que escribe) no pusiera punto final al asunto una aclaración que le cayo bien a ambos bandos. Y así, “todos como amigos”, nos fuimos al salar.

Primero a Cachani que es un pequeño pueblo donde procesan la sal de manera artesanal y vende mucho souvenirs hecho enteramente de sal. Se pueden comprar dados de sal que puedes remojar en agua en caso requieran agua salada para enjuague bucal (aunque no contiene yodo).

Si vas a Bolivia, amigo, amiga que estas leyendo, tienes que conocer el salar. Es un espectáculo de otro mundo. Es un enorme paisaje lunar, solitario, inmenso… casi filosófico. De pie en medio de la nada uno se da cuenta de lo insignificante que resulta frente a la naturaleza, a este enorme planeta y que las preocupaciones y problemas de la vida diaria no importan en este mundo eterno, inconmensurable, apoteósico, pletórico, magnánimo… o sea un mundazo (o un mundón… ya depende de tu verbo brother).

Es un desierto interminable de una superficie blanca sin fin. La camioneta se detiene en una “isla” (Isla del Pescado) llena de cactus enormes de hasta 1000 años. En lo alto se tiene una vista espectacular de la enormidad del salar. Allí, nos detuvimos a comer carne asada al aire libre. Luego, al retorno nos detuvimos en el Hotel de Sal, hecho enteramente de sal: muebles, camas, sillones… todo, todo, todo (aunque lo encontré los baños y tampoco me los quisieron mostrar). Si entras te hospedas o sino tienes que comprar un chocolate en la tienda, así que los viajeros ya están avisados.

Ya al final de la tarde, nos detuvimos en el cementerio de trenes, donde el tiempo parece haberse detenido. Enormes vagones y piezas metálicas abandonadas, vencidas por el óxido en su inexorable camino a convertirse el polvo. Es un final que llama a la reflexión.

La reflexión se acabó cuando llegamos a la ciudad de Uyuni nuevamente. Con dos horas para alistar las cosas y tomar el bus para Potosí (que, para variar, conseguimos a las justas) nos alcanzó el tiempo para cambiarnos y coordinar con las “caipirinhas” para poder encontrarnos en Potosí pues aunque viajaríamos en buses de empresas diferentes llegaríamos a Potosí a la misma hora.

Una vez trepados en el “bus” (era un camión convertido después de todo), tuvimos que sufrir más de 6 horas de un camino en pésimo estado (la verdad es que “pésimo” es una palabra que está en el limite de lo que se quiere expresar) para llegar a la solitaria ciudad de Potosí a poco más de la media noche. Para nuestra sorpresa no hacía tanto frío como esperábamos.

Pero no hay ni un alma en la calle a esa hora. Caminamos hasta llegar a la estación de bus para encontrarnos con las “caipirinhas” y nunca llegaron (que aconteneu?). Así que a buscar un hotel (eso si que estuvo difícil) y ha dormir hasta más tarde.

Demás está decir que al encontrarnos nuevamente solos nuestra suerte cambió (sorry caipirinhas…)

jueves, septiembre 14, 2006

BOLIVIA - CAMINO A UYUNI

Uyuni es un pueblo perdido en medio de la nada y es posible que pasara desapercibido en el mapa si no fuera porque en dirección oeste se llega al salar más grande del mundo (ese manchón blanco casi del tamaño de Tacna): 12.000 km cuadrados de un mar de sal congelada, 40 mil millones de toneladas de sal hecha desierto, paisaje lunar y surrealista. El camino vale realmente la pena.

Porque el camino, desde Oruro, es una experiencia que deja huella en lo más profundo del alma…

Para empezar: el bus estaba repleto de gente. Había un buen grupo de gente parada y una señora vociferaba a dos franceses sentados al frente de nosotros que estaban en sus asientos (nunca entendimos como un asiento 34 se puede convertir en un 23 cuando uno mira su ticket). Al final, agarramos sitio listos para pasar la cordillera: chullo, guantes, chompa, casaca, termo con mate caliente, doble calcetín, manta y almohadas de aire para el cuello. Al nuestro lado se aposto un soldado con una silla plegable. La armó y se sentó más rígido que un árbol (mientras que delante de él, en el mismo corredor entre los asientos, se echó a dormir un tipo de lo más tranquilo entre mochilas y maletas).

Segundo: el camino. ¡Es un desastre! Seis horas de trocha interminable que hacía que el bus vaya zigzagueando de un lado para otro, mientras que temblaba a lo largo de toda la ruta. Era increíble ver como el soldado no movía ni un milímetro, con su uniforme verde de camuflaje, mientras uno no sabía como acomodarse entre tanto movimiento.

Tercero: EL FRIO: El clima de Bolivia y de Uyuni en particular es algo que hay que saber antes de aventurarse por estas latitudes: la zona más fría de toda Bolivia es Uyuni donde se puede alcanzar por la noche los -13ªC. Y obviamente viajar de noche es una experiencia horrible porque uno siente como se va congelando en vida. La primera indicación de que se avecina una experiencia polar se encuentra en las ventanas; es normal que estas se empañen con el aliento de todos los pasajeros… ¡pero no que se congelen por dentro!. Para ver hacia fuera hay que raspar las ventanas para encontrar que por fuera también están cubiertas de hielo.

Tres horas más tarde la manta resultó útil ya todo lo que teníamos encima no servía para nada. Todo lo metálico se enfrió hasta lo impensable incluyendo las puntas de mi zapato por lo que tuve que quitármelos y envolverme los pies con el chullo (ya me los había quitado antes en el aeropuerto de Lima porque no pasé el detector de metales), lo que me dejó la cabeza desabrigada por lo que tenía que calentarme metiéndola como tortuga a la casaca mientras me frotaba con los brazos. Cuando me di cuenta estaba en plena convulsión para evitar morir en vida y Jesusiño estaba en las mismas condiciones.

Mientras tanto el soldado seguía en verano.

Una hora más tarde la manta pasó al olvido porque no servía para nada. Las piernas se me entumecieron y los pies se me congelaron, lo que tuve que frotármelos a lo largo del camino, adoptando posiciones propias del hombre de goma. Jesusiño tampoco estaba en un día de campo: abrigado hasta la nariz sólo se podían ver sus ojos entre tanto trapo, congelado como un pescado.

El bus se detuvo y se puso de pie el que estaba echado en el corredor, congelado y sorprendido al ver al soldado a quién le dijo: “oe, abrigate…” y el soldado pareciera que estuviese esperando la orden porque se levantó, se puso una grueso casaca y volvió a colocarse en su rígida posición.

Quien diría que tenía frío el pobre…

A las cinco de la mañana llegamos a Uyuni y había que salir a buscar las mochilas y fue allí donde se grabó la impresión en el alma: creo yo que efectivamente estábamos en los famosos -13ªC porque se me congeló el cuerpo en su totalidad (creo que lo sentí con mucha intensidad porque perdí mis guantes entre los ocho bolsillos que tenía y recuerdo que los buscaba con desesperación mientras sentía que daría mi reino por un incendio forestal). El golpe de frío es lo suficientemente fuerte como para congelar y acalambrar el cuerpo si uno se queda parado. Nos pusimos las mochilas y caminamos a la agencia de turismo más cercana, temblando, sin poder hablar con claridad, con las manos entumecidas de frío (en mi caso). Estoy seguro, Jesusiño, que jamás vamos a olvidar el día en que el cerebro se nos hizo cubitos.

Lección: el mejor camino para llegar a Uyuni es por Potosí (a dos horas) bien temprano, recorrer el Salar y volver a Potosí donde hay un clima más abrigado.

Al final, llegamos a la agencia de turismo donde nos pudimos calentar (había una estufa hecha con un quemador y un balón de gas) luego de veinte minutos de exposición al calor y contratar un tour al Gran Salar, junto con las “caipiriñas” (la pareja de franceses escogió la opción de dos días por lo que no pudieron acompañarnos), para las once de la mañana.

Pero otra vez nos toparíamos con la realidad boliviana.

miércoles, septiembre 13, 2006

BOLIVIA - LA PAZ (2)

En la plaza Murillo conocimos a un fotógrafo argentino que nos agarró mucho aprecio (“es que los peruanos son buena gente, víste. Cuando estuve en Lima unos amigos peruanos me llevaron a todos lados: a pasear, a comer, a la playa, a las discotecas, a conocer a sus mujeres… y lo mejor es que me pagaron todo”… ¿alguien tiene amigos así?). La plaza, llena de palomas y gente es ideal para fotos al paso. Desde allí, a dos cuadras por la calle Yanacocha, se llega a la Iglesia de Santo Domingo (donde se puede encontrar entre tanto santo al Señor de los Milagros con su nombre en luces de neón). Una salteña más tarde, vamos en busca del Museo del Chaco.
Aquí es donde nos topamos con la naturaleza de los bolivianos: tal vez sea que uno habla muy rápido pero a Jesusiño también le sucedía lo mismo a cada momento. Cuando uno le habla a un paceño hay que hablar lento y claro porque sino no lo entienden a uno (y lo más importante, hay que hablarles con las palabras que usan para denominar las cosas; de lo contrario a uno lo miran como si hablara un idioma extraño y se quedan congelados, como el taxista en la noche anterior que no entendía cuando le pedimos “si podíamos regresar al anterior hotel” en una calle en un solo sentido y si entendió cuando le pedí “si podía retroceder una cuadra hasta el hotel de atrás”. Algo curioso le sucedió a Jesusiño en Potosí al respecto: sentados en un mercado y con el Toddy al frente de nuestro ojos le preguntó a la vendedora:

- ¿Tiene leche con Toddy?
- (mirada de extraviada)……..
- ¿Si tiene leche con Toddy?
- (el rostro se le aclaró por un momento)……. hay.
- ¿Hay leche con Toddy?
- Ah..si. Un boliviano…

Para preguntar por algo hay que decir “si hay” y no “si tiene” porque sino a uno no lo entienden (Toddy es una marca de cocoa tan difundida que decir “leche con Toddy” es lo mismo que decir “leche con chocolate”. Por supuesto que si uno llega y pide “leche con chocolate” nadie lo entiende a uno).

Así que luego de percatarnos de lo parsimoniosos que son los paceños fuimos preguntando donde quedaba el museo del Chaco y donde vendían salteñas. Al final nos enviaron a todos lados menos al museo del Chaco (que nunca conocimos porque aunque la gente es muy amable y solícita anda media extraviada) y al final llegamos a “La Salteñita” para beneplácito de Jesusiño. Con mapa en la mano volvimos a la 16 de Julio a fastidiar a la gente con la cámara de video (todos se corrían del lente, en especial las escolares que huían despavoridas) hasta llegar al Convento de San Francisco y de allí al mercado de los Brujos donde se puede encontrar desde chompas, chullos, cerámicas y demás artículos regionales, hasta fetos de llama disecados, hierbas curativas o no tan curativas (si te sacaron la vuelta amiguita… fácil nomás. Bautizas a un perro y a un gato con el nombre de tu gil y su nueva pareja y los pones ambos en un brasero para que se trencen “como perros y gatos” y vas a ver como regresa a tu lado. Y si no quieres que vuelva y no quieres más que acabar con la nostalgia te cuelgas una ñusta o nariz de zorro de cuello y vas a ver que te olvidas de ese infeliz.) y alguno que otro polvillo de nombre sugerente (amor ardiente, vigorex, pasión de la selva y cosas como esas).

Ya cerca de las 3 pm enrumbamos al Comedor Municipal, recomendado por el tipo de la agencia que nos vendió los pasajes. Es un mercado de comida cerca al terminal de bus donde tuvimos sopa, segundo y refresco a 3 bolivianos cada uno (¡menos de un dólar por los dos!). Apurados volvimos al terminal pensando que perderíamos el bus pero en La Paz la gente tampoco es puntual así que no tuvimos problemas para trapar y continuar hacia Oruro.

En el bus hacia Oruro conocimos a tres brasileras con quienes hicimos amistad por un escándalo que hicieron en el Bus. Salió del terminal hasta El Alto y allí se detuvo casi una hora a esperar a que suban pasajeros. Las “caipiriñas” (como las apodamos) se pusieron a renegar y una de ellas en especial se encolerizó con el policía de turismo que subió al bus para ver que todo estuviera bien. “¿Bien? Como vamos a estar bien si hace una hora estamos parados aquí y hay gente que suite y está pagando la mitad de lo que hemos pagado en la agencia y nos dicen que es directo y se queda parado una hora y guau guau guau…”. Era incontenible. Al mismo tiempo, como reloj, un señor gritaba “vaaaaaamonooossss” de una manera particular que era como para partirse de la risa. Así que entre el español-portugues, la gente que pateaba el carro y el “vaaaaammmoonoossss” del tío francamente la cosa se puso folklórica. Y detrás nuestro un boliviano le hablaba a un francés que no entendía el castellano del ciudadano en cuestión y era un vacilón porque el tipo le decía “y entonces aquí en La Paz vivimos como conejos, figúrese, ¿no creé?... ¿no cierto?...” y esperaba a que el pobre francés le contestara y el tipo no sabía lo que le estabn diciendo.

En un momento ya sólo quedaba hacer bulla junto con el “vaaamoonooossss” así que nos unimos al coro y el carro por fin avanzo. Así fue como conocimos a las caipiriñas (para nuestra mala suerte, creo).

Cuatro horas más tarde estábamos en Oruro donde haríamos un trasbordo a las 8 pm para llegar a Uyuni muy temprano. Y de vuelta el carro no llegaba. Otra vez las caipiriñas levantaron la voz de protesta y terminamos (junto con el tío “vamonoosss”, la pareja de franceses y uno que otro pasajero) haciendo una denuncia a la empresa con el agente de protección al turista por maltrato. Firmamos y vaya a saber si los multaron. Mientras tanto la encargada de la agencia nos pedía que esperáramos, lo que ya era inaceptable después de estar tres horas parados entre maletas, mochilas y vendedores de pan (salimos del terminal hacia la plataforma porque la policía advirtió que se roban las maletas en el interior y porque “el bus ya va a salir”).

Al final, a las 11 pm de la noche llegó el bus y fue la locura: todo el mundo corrió hacia el bus en medio de la oscuridad y logramos ingresar las mochilas en la bodega del carro, junto con las mochilas de las caipiriñas que se habían quedado afuera entre tanto bulto. Subimos al bus y nos preparamos para lo que sería el camino más horrible y largo de la travesía.

BOLIVIA - LA PAZ (1)

Una de las primeras cosas que llama la atención de La Paz es el frío y la falta de aire. A 3.830 msnm definitivamente hace frío y falta aire para caminar. Otra cosa es que la ciudad se encuentra enclavada entre cerros, como una enorme olla de piedra llena de construcciones que se expanden hacia todos lados. La altura es relativa pues las calles suben y bajan de manera pronunciada. Las estrechas calles están llenas de autos que arrojan humo por todo lado (sobre todo en la Av. 16 de Julio que es una vía principal donde se termina en el Convento de San Francisco.
Retornando a lo nuestro. Nos levantamos temprano para programar nuestro recorrido pues el plan era llegar a La Paz y nada más. Afortunadamente estábamos cerca del terminal de buses, una edificio de estilo clásico francés modernizado en el 2005 que fue construido originalmente por la compañía de Gustav Eiffel (sí, el mismo de la torre en París). Es interesante visitarlo. Allí conseguimos una agencia que nos podría llevar a Uyuni, en la provincia de Potosí al sur de La Paz así que compramos los pasajes para las 3 pm. De allí nos fuimos a un quiosco cercano a comer unas salteñas con mate de coca a 2 bolivianos.

No lo sabía pero la predilección de Jesusiño por las salteñas llegaría casi a rebasar los límites de lo sano. Aparte que en toda la Paz (por no decir toda la sierra de Bolivia) se puede encontrar salteñas. Si no tiene idea de lo que estoy hablando haga clic aquí y prepare una salteñita boliviana o una empanada tucumana en su casa (¡Jesusiño, apunta la receta!).

Teniendo la mañana libre decidimos hacer un fase-tour por La Paz. Primero, caminar por la Av. 16 de Julio (es una fecha especial pues fue cuando el caudillo Pedro Domingo Murillo se pronunció contra el yugo español en el año 1809) hasta llegar a un boulevard (Calle Comercio) donde están los bancos, tiendas y el mercado (aquí encontramos una de las muchas oficinas del BCP… es una cosa media surrealista ver un letrero que reza “Banco de Crédito del Perú” en Bolivia). Luego de pasar por el Museo de Arte, llegamos a la plaza Murillo (donde lo colgaron al pobre por majadero) donde se encuentra La Catedral, el Congreso y la casa de Gobierno (el “Palacio Quemado”, llamado así porque se ha incendiado en reiteradas oportunidades). Al lado del la Catedral se encuentra la tumba del mariscal Andrés de Santa Cruz en un pequeño mausoleo custodiado por dos soldados “colorados”.

Acá hay que hacer un poco de historia. Breve nomás… porque cuando uno se va a ver a Santa Cruz hay que saber el rochezaso que le hicimos al hombre. Aunque la idea era que Bolivia fue un estado confederado con el Perú, ésta fracaso; aunque a un ex miembro del ejército realista, mariscal de Bolivar y ex presidente del Perú, Andrés de Santa Cruz, le pareció una buena idea. Siendo esta vez presidente de Bolivia, el país alcanzo un bienestar que nunca más ha vuelto a ver y propuso la Confederación Peruano-Boliviana para reunificar Perú y Bolivia en un solo estado intermedio.

En el Perú la cosa estaba como siempre: Salaverry le metió un golpe de estado de Orbegoso y lo redujo al sur del país, donde tomo contacto con Santa Cruz que le propuso apoyarlo en derrotar a Salaverry y recuperar la presidencia, siempre y cuando se comprometiera a integrar ambos países. Le sacaron la mugre a Salavery en Socabaya (allá en la campiña de Arequipa) y lo fusilaron en la plaza (mira donde hemos estado Jesusiño… ¡en medio de la historia!). Se formó la Confederación sin mucha simpatía ni en el norte peruano ni el Chile, y si en el sur peruano (a excepción del Cusco) y en el norte de Bolivia. A Chile en especial no le gustaba mucho la idea pues “se percibía un afán expansionista por parte de la república de Bolivia” (al final el afán expansionista chileno dejó a Bolivia sin mar 40 años después), así que un ejercito chileno y rebeldes peruanos desbarataron la Confederación. Es irónico, ahora a la distancia, pensar que en territorio peruano se libraron del ejercito boliviano gracias a un ejercito bajo el mando de un general chileno. Santa Cruz exiliado murió en España algunos años más tarde por postular una idea que aunque estratégicamente no era muy buena si era bien intencionada.

Que roche… es una historia francamente complicada y explica el estado actual tanto del sur del Perú, de Bolivia y sobre la posterior invasión chilena (para Chile sería sencilla una guerra con dos países tan inestables). Mas sobre este pasaje de la historia, aquí.

Pero ya le espacio me quedó chico para las otras cosas que vimos en la Paz…

martes, septiembre 12, 2006

DESAGUADERO

Acá es que la cosa se puso fea.

El día empezó mal. Salimos tarde del hotel y de los 1.500 taxis que deben de poblar la ciudad tomamos el más monse… ¡pucha! (cómo diría el tío de Jesusiño). Las calles cerradas por la fiesta, la hora encima y el chofer (aparte de gago y lento) estaba más perdido que supositorio en elefante. Cuando quería voltear en vez de hacer funcionar la intermitente de dirección hacia mover las plumillas del parabrisas que acompañaba con una lisura; si llegaba a una calle cerrada lanzaba otra y se quedaba pensando con la mirada fija en el horizonte. Al final, se metió en contra lanzando más lisuras aún para meterse a un grifo “para cambiar sencillo”.


“¡Oe pedazo de #%$@ avanza!”. Agarra nuevamente vuelo después de tan amable reclamo cuando a cinco cuadras del Terminal del bus se la apaga el carro.

Era para ponerse a llorar…

Al final arranca la m… esa y llegamos al Terminal (que suerte… los characatos siguen saliendo tarde). Le damos 5 soles cuando costó 4 y llegamos justo cuando el bus anunciaba su llegada al terminal. Compramos galletas, pan y Gatorade como almuerzo y salimos a medio día camino a Puno. Frío condenado y 294 kilómetros más tarde llegábamos a la ciudad de Puno a las 4 pm. Cuidado en el terminal de bus que hay harto mentiroso que dice que ya la frontera a Bolivia está cerrada y que ya hasta mañana… te puedes quedar el el hotel tal y cual… y cada uno se manda con su propaganda.

Dos panes de bodega más tarde estamos en un paradero de buses (las temibles combis) que lo llevan a uno a Desaguadero. Como buenos cristianos, donde pueden llevar a uno, llevan a tres y al final nos vamos mas apretados que traje de torero en unas interminables 3 horas y media para llegar a las 8 pm a la frontera.

Ahhhhh... y nos informan que la frontera cierra a las 8pm…

Ya te imaginas, amigo, amiga, tú que estas leyendo, como es esa vaina: ¡tierra de nadie! Un triciclero se ofrece a llevarnos y a ayudarnos con los trámites. Llegamos a Migraciones en Perú para unirnos a toda la gente que se lanza hacia la puerta y los tipos estos reparten los papeles a llenar sin llenarlos. “¡Apura que ya cierra la frontera…!” grita la gente y cuando me doy cuenta me encuentro en la calle con un papel vacío y perdido en medio de la nada. Tricilero, Jesusiño y mi mochila desaparecidos.

Por más que lo llamo y lo busco nada de nada. Sólo, perdido entre tanto desorden no hago más que suponer que tiene que estar en Migraciones de Bolivia así que me voy en esa dirección. Avanzo un poco y se va la luz en toda la zona y en la oscuridad sacó una pequeña linterna e ilumino mi camino, el cual sigue recto y parejo hasta escuchar “La Paz, La Paz, La Paaaazzzz”. A diez Bolivianos se toma la combi a La Paz (es decir, 1 dólar).

Así fue como llegue a Bolivia sin presentar ni un solo papel…

(Para cruzar la frontera desde el Peru se debe de recabar la documentación en migraciones para luego ir a la Policía Fiscal para sellar el papel. Luego dirigirse a Migraciones en Bolivia (que está a la espalda del camino y probablemente con luz sea más evidente) para entregar papel y pasaporte o DNI. Se obtiene el sello, se pagan los bolivianos respectivos. A eso hora no vimos casa de cambio pero de seguro hay por allí. Camino a La Paz hay un control policial que pide documentos).

Francamente el control policial en Bolivia es un desastre y sobre eso se pueden encontrar muchas anécdotas . Al final, la frontera cerrada y Jesusiño con todo en orden pero el pasaporte sin sellar y el Lokón absolutamente indocumentado. Nuestro amigo triciclero nos consigue a 20 soles un papel de entrada a Bolivia sellado y firmado por personal de Migraciones y hago el trámite sentado en una vereda para ingresar con DNI. Listo… subimos a la camioneta y dos horas y media más tarde estamos en La Paz cerca de la media noche.

Nos dejan cerca al cementerio, donde no había ni un alma, bajo una intensa lluvia (después de haber visto como caía nieve en El Alto) y tomamos un taxi hacia “cualquier sitio donde haya techo”. El taxista, muy amable, nos saca de allí y nos comenta que “hoy es el día más frío en lo que va del año…”. Sí, se nota; estábamos por debajo de cero grados. (En este link se observa que estuvimos a -3.3 grados.). El taxista nos lleva a un hotel y no hay sitio, le pedimos temblando de frío que retroceda una cuadra para ver otro y se queda inmóvil. Jesusiño se baja y va caminando mientras el taxista se queda mirando la lluvia. Le vuelvo a pedir que retroceda y muy amable responde “con mucho gusto” y retrocede. No entendería esa conducta tan extraña hasta el día siguiente. Al final conseguimos un sitio “decente” a 35 bolivianos la noche. Frio como nunca, auque de lejos no es lo más frío que se puede experimentar en Bolivia.

CAÑON DEL COLCA (DIA 2)


Al día siguiente, bien temprano, nos levantamos a las 6am para que nos recojan a las 7.30 (¡ay de los characatos!) para visitar los pueblos aledaños mientras seguimos subiendo hacia la parte más lata del cañón. Lamentablemente tuvimos que cargar con la tardanza de la guía pues no conocimos casi ninguno de los pequeños pueblos congelados en el tiempo que hay en el camino.

Esta actitud es bastante peruana, por decirlo de alguna manera y viene desde hace mucho tiempo. Aunque esta zona (conocida en la colonia como el corregimiento Collahuas) resultaba de mucha importancia en la época del virrey Toledo (1516-1582) luego en la república resulta totalmente ignorada. Toledo es conocido por haber sido el “organizador de la colonia” y cumpliendo con la tarea de crear zonas organizadas ordena y reduce la población del valle en 14 pueblos que han quedado congelados en el tiempo (fundados alrededor de 1570). La deuda de España con esta gente se ha visto compensada al observar que las iglesias y monumentos de estos sitios están siendo restaurados con fondos del gobierno español.

El cañon del Colca se redescubre en los años 20 gracias a un par de aviadores norteamericanos que, al hacer un levantamiento aerofotográfico, descubren un valle poblado desconocido al que llaman “El Valle Desconocido de los Incas”. Parece que nadie leía Nacional Geographic pero ni de oídas porque aunque la noticia se publicó en enero de 1937 en el Perú no se dan por enterados hasta 1975 (año en que nació el Lokón) a raíz de un proyecto de irrigación en Majes.

Regresando a lo nuestro. Si van al Colca exijan que se detengan en los pueblos el tiempo suficiente como para conocer a su gente que es muy hospitalaria (siempre a un sol, por supuesto). Los turistas se pierden todo este tramo pues tiene como objetivo llegar al Mirador Cruz del Cóndor, uno de los puntos más altos del cañón y de donde se puede observar su enorme profundidad, además de ser la zona donde los cóndores realizan su majestuoso vuelo. Las fotos de rigor y la mirada atónita de un montón de turistas que en su vida han visto un pajarraco tan grande (es un vacilón escuchar a la tribu de gente lanzar un “oooohhhhh…” al ver sobrevolar al carroñero andino).

De retorno nuevamente en Chivay para almorzar y continuar viaje hasta a ciudad de Arequipa para estar en el momento en que todos salen a la plaza a celebrar el 15 de agosto entonando a viva voz “Entoneeeeeemos, entoneeeeeemos, entonemos un himno de glooooooria. A la blaaaaaanca, a la blaaaaaanca, a la blanca y heroica ciudad”. Al final, se funda como valle y recién un año después pasa a tener el título de ciudad… pero eso a nadie le importa en el fondo. El Místi nunca se vistió de blanco (como dicen los locales que se pone para “su fiesta” pero disfrutamos de la blancura de María Antonieta Dávalos y los 750 Watts de potencia al cantar música arequipeña viva voz. Sería el vestido negro que estaba punto de reventar (sus caderas serían mas notorias sino fuera por lo rubio de su cabello que contrasta con la blancura de su tez que la hace parecer estar hecha de sillar) pero al final cada canción parecía pedir auxilio a su público con un “graciasssssss…” típico de un moribundo pidiendo que lo dejen en paz. Nos fuimos y la dejamos acabando con sus pulmones. De seguro el cigarrillo la mataría más despacio.

Nos preparamos para salir a Puno… ¡y luego Bolivia!

CAÑON DEL COLCA (DIA 1)

Para salir al Colca hay que estar a las 8 de la mañana en la puerta de la agencia y esperar hasta las 9 de la mañana (viste, bien puntuales los characatos). Llega una custer cargada de un grupo mixto de lo más variado: alemanes, israelíes y peruanos. A excepción una alemana de 40 y tantos súper risueña, Hellen y Andrace (una joven pareja que estaban bastante lejos del estereotipo del alemán frío) y tres muchachos peruanos (bien monses...), no conocimos a nadie más. Bien cerrada la gente del tour y nuestra guía era tan carismática como un cactus de maceta. Arequipa se hace llamar La Ciudad Blanca por sus construcciones en Sillar, una piedra volcánica de color perla que con la que esta edificada el centro de la ciudad. ¿Quien le dijo a la guía que además también se hace llamar blanca "por la blancura de su gente"? Bien prieta la monse esa...

El camino atraviesa Yura (donde se observa la fábrica de cemento) y las zonas protegidas donde caminan libremente las vicuñas (pampa Cañahua). Bacán el sitio. Paramos en un atestado sitio donde se vende mate de coca para recuperar el cuerpo y uno puede tomarse una natural foto con los lugareños y vicuñas por la voluntaria suma de un sol (si no pagas no se ríen para la foto). De allí al Mirador de los Andes, a 4910 msnm donde hace un frío salvaje y a los lejos se pueden ver los volcanes de la zona.

Poco mas de una hora más tarde se llega a Chivay, un pueblo donde se pasa la noche (en el hotel Ricardito, agua caliente, desayuno y 6 enchufes en las paredes para conectar celulares, cámara fotográfica, video, PDA y masajeador eléctrico para los curiosos). Al frente de hotel esta el mercado donde se puede conseguir de todo para el frío y ver los asombrosos sombreros bordados del lugar. Un sol más para la foto de rigor en la plaza con la vicuña entrenada (si no pagas vas a ver como se prepara para la escupida de la vida) y a preparase para los baños termales.

La zona es conocida como el Valle de los Volcanes y la actividad geotérmica del lugar permite que existan muchos baños termales. En Chivay se puede encontrar uno lleno de turistas locos por meterse al agua hirviendo (franco que esa vaina hierve) y al final hay 150 almas cocinándose en la poza. Vale la pena la remojada (si alguien va, prepárense para salir del agua porque el choque del aire frío a las 7 de la noche es bravo). Una arequipeña helada para coronar la sancochada... básico.
En la noche, nuestro cohesionado grupo de va a un restaurante turístico y no nos guardan sitio (no entiendo como un restaurante turístico de un pueblo alejado ofrece a sus turistas ravioles, tallarín al pesto... ¿que pasa?). Con la elegancia que nos caracteriza, mandamos a la m... a la gente y nos fuimos a otro sitio donde probamos asado de vicuña con un trago con alcohol caliente (fuerte la cosa esa) y luego llega una tía y nos invita a bailar. Experiencia extrema. Que el grupo te hace saltan, dar vueltas, bajar, subir, empujarse... 15 minutos de baile interminable a 3680 msnm y ya estas hecho una porquería. Lección: no aceptar invitaciones de baile, es una actividad de alto riesgo. "Oe cuñau... vamos a dormir pero camina lentito porque me va a dar un paro". Hasta mañana.

viernes, septiembre 08, 2006

AREQUIPA, CIUDAD Y CAMPIÑA

Arequipa, la ciudad blanca. Blanca y fria sobre todo si se llega de noche. Llegamos cerca a la fecha de fiestas y la ciudad anda como loca. Nos cuentan que un día antes de nuestra llegada hubo un incidente confuso en la plaza.donde resulto muerto el esposo de una venderora de manos -supuestamente- del "zorrito", el hijo del "zorro viejo". Vaya gente...

Al final, le luz del dia calma los animos. Conocer Arequipa require una botella de agua, buen físico para caminar a casi 2350 msnm (aunque es una buena preparación para lo que vendría después) y un buen mapa para conocer los puntos de la ciudad: La Catedral, Las iglesias de La Compañía, De La Merced y San Francisco, los conventos de Santa Catalina, La Recoleta y Santo Domingo, La Catedral... (hablando de conventos, por allí nos contaron que en tiempos de la colonia los curas se iban a visitar a las monjas y habían unos entripados nada santos entre los conventos bien avanzada la noche... quien sabe). Además de sentarse en la plaza principal de Arequipa y disfrutar de su arquitectura.

Sin embargo, un recorrido más original se puede realizar a las afueras de la ciudad, conociendo la campiña y algunos pueblos alejados. Guiados por el primo de Jesús y a bordo de un Tico taxi-tour recorrimos Socabaya, Paucarpata, Sabandía y Characato (aqui van a encontrar a la gente hablando de una manera que es para matarse de la risa). Se conoce ademas la Casa del Fundador de Arequipa y el mirador de Sachaca (una vista inmejorable de la ciudad y todo el valle). De alli a la picantería "La Lucila" (Calle Grau 147 - Sachaca). Allí esta la tía, sentada y sorda casi por complejo, con unos ojos vivos que no han dejado de ver en 112 años. Pastel de papa, rocoto relleno y un litro y medio de Anís Najar dizque para bajar la comida aunque sirve más para subir los animos. Que tal bombaza hermano...

Este tour lo hicimos gracias a la falta de cupo para el Colca. Todo lleno... "te podemos llevar en la noche y llegas a Chivay a las 7 de la mañana para ver a los condores y de allí retornamos...". No gracias. Mañana salimos.

De retorno a la casa en donde nos cae de golpe el significado de la ciudad "Ari Quepay": aca nos quedamos nomás. Mmmmm..


PLAN DE VIAJE - AGOSTO 2006

Hasta que por fin nos decidimos...

Partimos en Arequipa para conocer el cañon del Colca y estar para el aniversario de Arequipa. Luego rura hacia Puno e ingresar a Bolivia por Desaguadero para llegar a La Paz. Planeamos conocer Bolivia aunque sin un destino claro para retornar a Arequipa y volver a Lima para tomar conexión para Buenos Aires. Luego de conocer la ciudad tomar la ruta hacia Uruguay cruzando el Río de la Plata para llegar un poco más lejos y llegar a Porto Alegre en Brazil.

Cinco paises (Perú, Bolivia, Argentina, Uruguay y Brazil), dos mochilas, dos idiomas y ningún plan en concreto. Con eso partimos. Sólo tenemos tres semanas para cononcer lo máximo posible y la apretada agenda nos obliga a correr por Sudamérica Sur.